[LARPSICO] El difícil retorno tras una prolongada baja laboral por causa psicosocial: Aniversario de la extraña desaparición de una camarera en un barco

Andalucía, 19/09/2024

Los retornos tras periodos de baja laboral nunca son fáciles, menos sin esas bajas han sido especialmente prolongadas, más allá de las que se entienden por tal en atención a la Orden ESS/1187/2015, de 15 de junio, que identifica las bajas de duración estimada larga las de más de 61 días. En realidad, las bajas prolongadas que, por transcendencia y riesgos asociados para el retorno, son más relevantes son superiores a 180 días, pues en tal caso (pueden situarse entre el 5 y el 7 por ciento de las bajas) se precisan políticas de retorno saludable al trabajo específicas, en clave preventiva (vid. figura). Son estas bajas las que más riesgo de cronificación tienen, más dificultan la reincorporación a la empresa y más probabilidad tienen de afectar negativamente a la propia continuidad del empleo. En casos de bajas laborales vinculados a problemas psicosociales estas bajas suelen prolongarse por encima de la media e, incluso, superan los 365 días (máximo legal, sin perjuicio de las eventuales prórrogas hasta los 545 días -art. 169 TRLGSS-)

La legislación social española exige en tales casos realizar un reconocimiento médico específico, en el marco de la política de vigilancia de la salud de las personas trabajadoras a cargo de la empresa (art. 22 LPRL), previo a la reincorporación, a fin de que ésta pueda tomar las medidas más adecuadas para que la persona trabajadora pueda incorporarse a su puesto de trabajo. A resultas de esta evaluación médica, los servicios de prevención deberán disponer todo lo necesario para que así suceda, incluyendo la necesidad de adaptar el puesto a la persona para desempeñar el trabajo de manera segura para el trabajador, incluyendo, por supuesto, medidas laborales como la reubicación, el traslado de centro, etc., si así se aconseja y se acepta por la persona trabajadora.

Figura. Política de retorno con enfoque de prevención (Araceli López-Guillén García, José Manuel Vicente Pardo, 2018)

Política de retorno con enfoque de prevención

Sin embargo, estas políticas no están arraigadas en las empresas. La Estrategia de Seguridad y Salud en el Trabajo (ESSST) 2023-2027 y el V Acuerdo de Empleo y Negociación Colectiva (VENC), en su capítulo VIII (pdf) piden atención prioritaria en la negociación colectiva a la promoción de estas políticas de retorno saludable a los entornos laborales tras bajas muy prolongadas. Este enfoque también están siendo promovido por la Unión Europea, a través de los estudios e iniciativas (guías) de la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo (EU-OSHA). El escenario postpandémico reabrió la importancia de este tema en relación a los problemas de retorno de las personas con covid19 persistente.

Esta reflexión viene a cuento de un caso concreto, especialmente dramático y que, además de su relevancia en sí mismo, plantea un problema más general de gestión eficaz del retorno al trabajo de personas afectadas por riesgos psicosociales, como el acoso, o el burnout, incluso la depresión relacionadas con los entornos de trabajo. En efecto, este mes se ha cumplido un año de la misteriosa desaparición de una trabajadora, camarera de un barco oceanográfico del conocido organismo público investigador CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Embarcada en el mismo, tras una prolongada baja laboral, de casi 2 años, nunca regresó a puerto. Tras una denuncia por pretendido abuso sexual por parte de un compañero de trabajo a bordo de un buque en el que coincidieron, alcanzaron ambas parte un acuerdo: ella reconocía estar ante un malentendido y él pedía disculpas, de modo que renunciaba a todo contacto con ella futuro. El acuerdo fue convalidado judicialmente y mientras él continuó trabajando a bordo del oceanográfico “García del Cid”, ella estuvo de baja laboral. La baja conllevó tratamiento psicológico y medicación, para abordar episodios de ansiedad, angustia y estrés postraumático.

En el verano del año 2022 se sometió al debido reconocimiento médico, declarada apta para el retorno. Se pedía que no volviera al mismo barco con la misma persona con la que tuvo el incidente o conflicto. Sin embargo, un año después, la trabajadora, camarera, es llamada por el CSIC para que se enrole en el García del Cid. La mujer pidió que se le diera otro destino, rechazando la empresa tal pretensión porque no estaría previsto en el convenio de ese buque, que omitía toda referencia a este tipo de movilidad locativa. Una laguna que, sin embargo, dejaba en manos del CSIC la decisión, según el artículo 4.1 de ese acuerdo (con vigencia de dos años, no fue renovado). Además, esta garantía de traslado como técnica preventiva es una medida cautelar en el Protocolo de intervención frente al acoso sexual del CSIC (2020). Protocolo que, dicho sea de paso, debió cambiar tras la vigencia del Real Decreto 247/2024, de 8 de marzo.

No se adoptó ninguna de estas medidas. Sí se le exigió que realizara un curso sobre gestión del acoso sexual, junto a la persona con la que había tenido el “incidente sexual”. El buque partía para una campaña de hasta tres semanas en el Mediterráneo el 4 de septiembre del año 2023. En el despacho del buque figuraba el compañero denunciado, quien finalmente no embarcó (no consta una causa clara de esa ausencia), aunque parte de la tripulación habían coincidido con ella y con él en otras campañas, por lo tanto, sabían de la situación precedente.

La trabajadora, única mujer a bordo, entre las 23.45 horas del sábado 9 de septiembre y las 7.45 horas del domingo día 10, desapareció del barco. En una libreta, a modo de diario, dejó el siguiente mensaje (nota de despedida típica de quien está a punto del suicidio):

“Me quiero matar. Estoy en el camarote llorando, no quiero salir, me da asco esta gente, solo quiero morir. Si no me encontráis, me tiré por la borda. Os quiero mucho”

Esta confesión de su malestar se corrobora por los mensajes de WhatsApp que mandaba a su familia en la que expresaba´su angustia y ansiedad. No pretendemos entrar aquí, en los vericuetos de un caso tan complejo como incierto. Recientemente, la justicia penal ha archivado el caso (Audiencia Provincial de Valencia), abriéndose otras vías de acción por responsabilidad de diferente naturaleza (civil o laboral) del CSIC. El entorno es especialmente tenso y conflictivo, laboralmente (se presentó un ERE para la plantilla de ese barco oceanográfico, el primero para personal laboral fijo de la AGE), y también en el plano preventivo de riesgos de acoso sexual, por cuanto se han constatado más de una docena de denuncias que han obligado a actividad el protocolo en los últimos 5 años (se critica la infranotificación de casos en una organización de las dimensiones y grado de descentralización del CSIC). Sin embargo, buena parte de esos casos no se han cerrado ni se han gestionado en el tiempo establecido (43 días). Tampoco el nuevo protocolo contaría aún con la figura de la Unidad del Comisionado para promover un entorno de trabajo seguro y saludable, estando también pendiente la puesta en práctica de medidas específicas en lugares singulares que impliquen convivencias prolongadas, como por ejemplo buques (o acoso cibernético), etc.

Como siempre, la pretensión en la elaboración de estas noticias es ilustrar con uno o más ejemplos concretos y relevantes la necesidad de avanzar más, mejor y más rápido en la gestión de los riesgos psicosociales en general, y en particular de la violencia laboral de género en los entornos de trabajo, incluyendo la violencia sexual. Al margen de si se está o no ante un auténtico caso de acoso sexual en el trabajo (buque), cuestión que no ha sido hasta ahora verificada ni judicial ni internamente (protocolo), es evidente que la política de retorno al trabajo del CSIC para personas con bajas prolongadas asociadas a un riesgo de índole psicosocial tan relevante, y con efectos tan nocivos en la salud, como la violencia laboral de género deja mucho que desear. Son muchas las deficiencias detectadas. Se dice desde la institución que ni «las mejores políticas de lucha contra la violencia de género son capaces de eliminar completamente este problema estructural de nuestra sociedad, que históricamente ha desvalorizado a las mujeres. Es por ello por lo que acabar con el acoso no es tarea fácil».

Es evidente, pero no menos cierto, es que hay que predicar una gestión más diligente y eficaz de la mostrada en este caso y en otros, como se ha retratado muy bien en el reciente programa de “Salvados”, en La Sexta. Un programa con interesantes testimonios de varias víctimas de violencia sexual en alta mar. Como siempre, prevenir eficazmente salva vidas.

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