[LARPSICO] La gestión de “inteligencia emocional” gana terreno en los entornos de trabajo para prevenir el estrés y mejorar el rendimiento

Andalucía, 06/09/2023
dibujo inteligencia artificial: manos, cerebro

Junto al enfoque de transformación de la imagen colectiva del trabajo como un “tiempo-entorno” de sufrimiento en otra de “promoción de la felicidad”, de ahí que cada vez un mayor número de empresas en España incluyan el puesto de “jefatura de la felicidad” (Chief Happiness Officer -CHO-), las organizaciones productivas más exitosas tratan de otorgar una creciente relevancia práctica a la gestión de inteligencia emocional para el desempeño profesional en los entornos de trabajo. Según diversos estudios de la gestión de “recursos humanos” (gestión de personas), la inteligencia emocional sería una de esas “competencias o capacidades profesionales blandas” (“soft skills”) dotadas de una progresiva mejor valoración a la hora de la contratación y promoción profesional. Al respecto existe consenso en valorar esta capacidad o habilidad en el trabajo en virtud de diversas razones. A saber:

  1. Mejora la capacidad de liderazgo en el seno de organizaciones donde tienen lugar actividades de diferentes personas y equipos, por lo que crea un mejor clima de trabajo al facilitar relaciones profesionales, sociales e interpersonales saludables (fomenta modelos de gestión comunicativa saludables, no tóxica)
  2. Mejoraría la capacidad para gestionar la complejidad de las situaciones que cada vez se dan más en los entornos o ambientes de trabajo, como la diversidad, así como la incertidumbre. Por tanto, facilitará tanto la capacidad de anticiparse a los cambios como de adaptarse a ellos
  3. Mejora la gestión de estrés laboral, al ayudar a lidiar con la presión laboral diaria y/o en momentos especialmente críticos

En consecuencia, la promoción de esta capacidad, a través de decisiones colectivas (políticas de empresa) e individuales (capacitación individual) no solo ofrece ventajas o beneficios en términos de bienestar personal en el entorno de trabajo, sino de mejora del rendimiento y, por tanto, de aumento de la productividad. No solo se fomenta una manera de gestión del trabajo que compatibiliza las razones de la persona con las típicas de la empresa, sino que se reducen los conflictos (proporciona autocontrol, empatía y buena comunicación social) y, los que se producen, son tratados de una forma positiva, útil finalmente para el progreso personal y empresarial. En el caso de las empresas de servicios directamente a personas clientes también mejoran de una forma notable su ventaja competitiva, pues el desempeño del trabajo con inteligencia emocional permite comprender mejor las situaciones de las personas clientes, evitando o reduciendo las tensiones y favoreciendo comunicaciones positivas. Con lo que el valor de la satisfacción de la persona cliente se ve mejor realizado, ganando cuota de mercado

Pero ¿qué es la gestión de inteligencia emocional en los entornos de trabajo? Sin que exista un concepto cerrado y único, y evitando incurrir en la confusión entre capacidad de conocimiento técnico (coeficiente intelectual, patrimonio profesional) e inteligencia emocional, suele entenderse por inteligencia emocional en los entornos o ambientes de trabajo la capacidad para reconocer tanto nuestras emociones como las ajenas a fin de gestionarlas de manera positiva, comunicativa y resiliente, para ofrecer la respuesta más óptima para afrontar las situaciones de desenvolvimiento de la actividad profesional en un entorno de trabajo y adaptarse lo mejor posible a los cambios. Son así manifiestas las estrechas relaciones que hay entre la gestión de inteligencia emocional en el trabajo, la protección y promoción de la salud mental en los entornos de trabajo y la innovación a la hora de mejorar la competitividad de las empresas, hasta el punto de que a veces, de forma impropia, se llega a confundir, en los departamentos de gestión de personal  o de “recursos humanos”, “salud mental” con “salud emocional” en el trabajo.

En todo caso, en un tiempo en el que el principal protagonismo parece dirigirse a la “inteligencia artificial” (creciendo incluso las aplicaciones digitales para la gestión de la salud mental, con su lado positivo, también sus lados oscuros), de cuyos riesgos, e incluso “soberbia” se habla cada vez más, merece la pena que las empresas apuesten, por razones de bienestar en el trabajo y aumento productivo, por el desarrollo de una dimensión vital de la “inteligencia humana”, la denominada “inteligencia emocional 2.0” (Travis Badberry y Jean Greaves). Gestión de inteligencia emocional y salud emocional, sin confundirse, presentan, pues significativas interacciones, de modo que una gestión de reducida inteligencia emocional arriesga una situación de malestar emocional laboral, y viceversa, la gestión de inteligencia emocional mejora el bienestar en el trabajo.

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