[LARPSICO] Nuevas evidencias del alto coste psíquico en enfermería de la pandemia: el 85% padece estrés laboral, el 40% burnout

8 de cada 10 profesionales de la enfermería estiman que han visto perjudicada su salud mental por las condiciones de trabajo para abordar la crisis pandémica
Andalucía, 01/02/2022
enfermero descansando sentado en el suelo

El 84,7% de las personas profesionales de la enfermería reconocen que ha visto afectada su salud mental por culpa de las condiciones en que han debido afrontar la crisis sanitaria, según se desprende de un reciente Estudio del Consejo General de la Enfermería.

Concretamente, se trata del estudio titulado Radiografía de la situación profesional y emocional de la profesión enfermera (pdf). En él se confirma -y acrecienta- la profunda huella psíquica de la pandemia en la profesión de enfermería, mayor entre el personal que trabaja en cuidados intensivos, atención primaria, sociosanitaria y urgencias.

2 de cada 10 bajas laborales en este sector profesional lo son por razones de estrés, ansiedad o agotamiento profesional.

Estos problemas de salud psicosocial habrían supuesto, hasta el momento, que prácticamente 2 de cada 10 bajas laborales de este personal lo sean por ansiedad, estrés o agotamiento mental, lo que se pone más de relieve en el área sociosanitaria.

El siguiente gráfico refleja las estimaciones concretas y desagregadas.

Gráfica sobre las razones de las bajas

Fuente: Radiografía de la situación profesional y emocional de la profesión enfermera (pdf)

4 de cada 10 personas profesionales de la enfermería ha tenido pensamientos recurrentes de dejar su profesión, por el desgaste y quemazón que le ha supuesto trabajar pandemia en estas condiciones

Este difícil entorno sociolaboral en pandemia habría provocado un notable desgaste profesional en un número considerable de personas de la profesión de enfermería. Así:

  • el 46,5% considere la posibilidad de “abandonar la profesión” y
  • el 28.4% no volverían a estudiar la titulación universitaria.

Los factores principales que incidirían en esa sobrevenida visión negativa de su profesión se vincularían a las condiciones deficitarias de prestación del servicio sanitario en la crisis. El notable incremento de la carga de trabajo a consecuencia de la COVID-19 y los reducidos medios, materiales y personales, provocarían ese conflicto psicosocial. 9 de cada 10 profesionales de la enfermería considera que hay que incrementar las plantillas en la situación actual. Otros factores que estiman necesario mejorar para valorar positivamente su profesión serían la conciliación de la vida familiar, el reconocimiento de la carrera profesional, el salario y el desarrollo de las especialidades, cuestiones todas ellas que, entienden, admite mucho margen de mejora.

Fuente: Radiografía de la situación profesional y emocional de la profesión enfermera (pdf)

Desde el 1 de enero de 2022 está en vigor la CIE-11, que reconoce el burnout como problema de salud en el trabajo, aunque no propiamente como enfermedad profesional

Precisamente, hace unos días, el sindicato CSIF reclamó al Ministerio de Trabajo y Economía Social que incorporara ya el síndrome del burnout en el cuadro de enfermedades profesionales. A su juicio, habría expirado el plazo concedido por la OMS a tal fin (15 meses), de modo que desde el 1 de enero de este año entró en vigor la última actualización realizada por la organización especializada de la ONU en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).

Esta revisión internacional implica la consideración del síndrome de desgaste profesional (“burnout” en CIE-10) como un problema relacionado con el trabajo (implica desgaste emocional, despersonalización de la persona trabajadora, que adquiere una actitud fría y distante, hostilidad consigo mismo por la pérdida de confianza en las propias capacidades y en la falta de realización). Antes de esta revisión, el “burnout” quedaba integrado entre los “problemas relacionados con la dificultad en el control de la vida” (Z73.0) y dentro de una categoría muy genérica: “personas que entran en contacto con los servicios sanitarios en otras circunstancias”. Consecuentemente, la OMS, que tuvo que advertir ya en 2019 no confundir problema relacionado con el trabajo con enfermedad profesional, saliendo al paso de las primeras noticias que lo calificaban como tal y que se difundieron al respecto en el mundo, dio un paso determinante para un tratamiento preventivo laboral más adecuado del burnout que el recibido hasta el momento.

En España, el burnout ya está considerado, jurisprudencialmente, como enfermedad del trabajo ex art. 156. ET. Sin embargo, exige, como es sabido, una compleja prueba de la estricta y exclusiva relación de causalidad del síndrome con el trabajo. El reconocimiento como enfermedad profesional supondría una clara ventaja para las personas trabajadoras, porque conlleva, como también se sabe, la presunción iuris et de iure (sin prueba en contrario) del origen profesional. Para eso, debe estar incluido en un listado normativo (RD 1299/2006, de 10 de noviembre), lo que hoy no ha sucedido todavía.

Gráfica sobre las valoraciones de la profesión
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