[LARPSICO] El estrés laboral y el desgaste emocional, una causa de la “Gran Dimisión” en EEUU

El estrés laboral y el desgaste emocional son un factor explicativo de la ola de renuncias al empleo en Estados Unidos tras la covid19
Andalucía, 15/11/2021
papel y figura de hombre con maletín

En agosto de este año 4,3 millones de estadounidenses renunciaron a su puesto de trabajo, una cifra que representa alrededor del 2,9% de toda la fuerza laboral del país (datos: Oficina de Estadísticas Laborales norteamericana -BLS, por sus siglas en inglés-). En los meses sucesivos hasta hoy el fenómeno postpandemia no ha dejado de crecer, si bien a ritmos menores, generando una significativa división entre las personas expertas en torno a sus posibles causas.

La revolución que hace que cuatro millones de trabajadores abandonen su puesto cada mes en EE UU. El País

Esta es una tendencia singular si se compara con lo acaecido en otras recesiones: tras las crisis de 2001 y 2007 las renuncias y dimisiones se mantuvieron en niveles muy bajos, preciosamente, por la inestabilidad del mercado laboral y la dificultad para encontrar un empleo mejor. Esta vez, al menos en EEUU, la situación es totalmente diferente. La clave está, en gran parte, en la fuerte caída de la población que está dispuesta a trabajar en las condiciones actuales, de alta intensidad del trabajo reclamado y escasos salarios.

La gran rotación laboral o por qué millones de trabajadores dejan su empleo cada mes en EEUU. El Economísta

“Había factores estresantes dentro del trabajo en sí y luego combinándolos con problemas de seguridad, problemas de salud, que mis hijos estuvieran en casa. Pensé, ¿sabes qué ?, no quiero que mi trabajo sea una fuente adicional de estrés” (Anna Burgess Yang trabajadora del sector del marketing).

Como esta trabajadora del sector del marketing, miles de personas más consideran que uno de los factores que podrían explicar la ola de renuncias voluntarias a su empleo que, desde hace varios meses, sufre Estados Unidos, es un cambio de mentalidad (cultura) ante los trabajos a realizar en condiciones de alta tensión, por sus elevadas exigencias y escasas satisfacciones.

Una vez pasada la ola de coronavirus, muchas personas habrían optado por dejar un puesto que, sin gustarles especialmente, se desempeña en condiciones de estrés que ahora se entiende por muchas personas no compensa. La vuelta a la presencialidad habría hecho valorar de forma más seria y atenta los factores de inseguridad e insalubridad, así como las dificultades para conciliar, la vida personal y familiar con la laboral cuando el trabajo no ofrece facilidades para ello, al no gozar de la flexibilidad necesaria para armonizar unas razones y otras. Por tanto, como ponen de manifiesto las crecientes informaciones sobre este sorprendente fenómeno, la sobrecarga de trabajo, los intensos ritmos de desempeño y bajos salarios (lógica del desequilibrio demanda-recompensa), estarían contribuyendo, junto a otros factores institucionales, a engrosar los números de la ‘Gran Renuncia’.

No es un problema solo norteamericano, también se da en algunos países de la Unión Europea, como Italia. En el país transalpino, más de medio millón de personas han renunciado, en los últimos meses, a sus empleos (normalmente precarizados, con bajos salarios, muchas horas de trabajo e inestables). Estas cifras récord de renuncias se están produciendo en sectores como la hostelería, el comercio, el transporte y en aquellos puestos que implican estar en primera línea con los clientes. Las renuncias también afectan en buena medida a personas trabajadoras de la sanidad o de los servicios del trabajo de cuidar. En consecuencia, miles de personas, cansadas de bajos salarios, de las pocas oportunidades de carrera y del elevado desgaste físico y emocional (síndrome de burnout), ahora tomarían conciencia, al experimentar las “bondades del trabajo desde casa” y la flexibilidad laboral que propiciaría durante la pandemia, de que se dan las condiciones (alto número de vacantes en numerosos empleos y la convicción política y empresarial de que su cobertura pasa no solo por mayor formación, sino por mejores retribuciones, así como más facilidades de flexibilidad organizativa) para buscar otras oportunidades para un empleo mejor retribuido y menos estresante.

De momento, en España, pese a tener una alta incidencia este tipo de trabajos y profesiones afectados por la “Gran Renuncia” o la “Gran Dimisión”, estos movimientos no se han constatado. De hecho, las renuncias “voluntarias” al empleo se han reducido tras la pandemia (84.622 en 2021), en relación con las cifras prepandemia (95.451, en 2019), según refleja la última EPA del INE. De hecho, nuestra tasa de actividad es algo mayor ahora (59,14%) que en 2019 (58,74%). La Gran Dimisión no llega a España pese a la frustración de parte de los trabajadores. El País. No obstante, como reflejan tanto los datos de INFOJOBS, la mayor plataforma de búsqueda de empleo, que constata un cierto desacople entre oferta y demanda (porque las empresas no hallan los perfiles profesionales que demandan o porque las personas candidatas no encuentran atractivas las ofertas existentes), cuanto EUROSTAT, que evidencia que España es el país de la UE donde mayor sobrecualificación laboral existe, que no se constate un movimiento de “gran renuncia” no quiere decir que no exista una “semilla” para ese movimiento, por la frustración subyacente.

En suma, una vez más se demuestra que la sobrecarga laboral continuada y el riesgo de estrés que conlleva tienen consecuencias no solo para la salud física y mental sino también para la economía, las empresas y el crecimiento económico. La mejora de la calidad de vida es cuestión tanto de imperativos de bienestar como de un crecimiento económico sostenible.

Hay vida más allá del trabajo: por qué cada vez hay menos gente dispuesta a ceder ante los excesos laborales. El País.

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