- Se estima que el 80% de profesionales afectados perderá, al menos, un 10% de su actividad, reemplazada por IA de forma inminente. Un 20% de todas las personas trabajadoras verán como la IA realizará, al menos el 50% de su tarea
- La inteligencia artificial OpenAI (tipo ChatGPT-4) está dejando emerger un nuevo tipo de ansiedad ('AI-nxiety' o ansiedad de la IA), que afecta a miles de personas, por el miedo a que esta tecnología le quite el empleo.
¿Es real el miedo a la pérdida de empleos por el desarrollo de la Inteligencia Artificial? Durante un tiempo algo relegado en la prensa, tras el vigor mediático que ganó por influencia del Foro de Davos de 2020, pocos meses antes de la irrupción de la emergencia pandémica, la “escatología del fin del empleo por la automatización” parece ganar vuelo en la opinión publicada más reciente. Por aquel tiempo, podíamos leer cómo los robots de todo tipo desempeñarían en torno a la mitad de las ocupaciones en tan solo 5 años (para 2025). En estos días, en la prensa especializada y en la generalista más relevante, volvemos a leer “profecías” como ésta: “Su trabajo lo puede hacer un robot: estas son las profesiones en peligro de extinción”, “Estos son los empleos que la inteligencia artificial eliminará primero”.
Como puede apreciarse, aunque la idea y el enfoque es análogo, en el debate que ahora se reedita hay una diferencia. En efecto, no se pone el acento en la robotización como máxima expresión de los procesos, diversos, de automatización de la economía y el trabajo, sino en una de sus dimensiones más recientes y con más futuro: el desarrollo -y la hegemonía- de la Inteligencia Artificial (IA). Se introduce, así, una especificación de relieve de la dimensión del problema, si bien se afianza el enfoque escatológico relativo a la dialéctica “fin-salvación” última del empleo. Así, por ejemplo, se informa de “los 10 empleos que la inteligencia artificial eliminará primero — y los que están a salvo”
En estas informaciones, de lo más variopinto, el motivo de la noticia reside en la difusión del estudio científico realizado por quienes han creado la célebre tecnología “ChatGPT” (que conoce un rápido desarrollo, ya va por la versión 4), donde se catalogan o inventarían las ocupaciones que serán eliminadas en pocos años por la acción de la IA. Como se sabe, GPT-4 es nombre que recibe la última versión del modelo de lenguaje pre-entrenado de OpenAI, compañía de investigación de IA (GPT de 2018, GPT-2, 2019, GPT-3, 2020, GPT-3.5, 2022, GPT-4, 2023). Se dice de ella que mejorará claramente el rendimiento humano en un buen número de profesionales ligada a los servicios de consulta, asesoramiento, gestión, dirección, etc.
El estudio afirma que de ese 80% de profesionales afectados, al menos un 10% de su actividad será totalmente reemplazada por IA y de forma inminente. Además, un 20% del conjunto de personas afectadas sufrirán una reducción de la mitad de sus funciones, a raíz de su sustitución por IA realizará la mitad de sus tareas. Esta pérdida de puestos de trabajo, y de cambio de condiciones de desempeño, iría de la mano del aumento de la productividad empresarial, aunque no con la intensidad que se esperaba. En todo caso, la IA aparece como gran futuro “motor económico”, pero que pondría en riesgo millones de empleos.
La “amenaza” o el riesgo no está ya, pues, solo en trabajos manuales, desplazados por la tecnología automática, sino de trabajos cualificados y bien remunerados. De ahí el mensaje algo “catastrofista”. Así se llega a afirmar:
“Al contrario que anteriores revoluciones industriales, ningún trabajo estará a salvo del impacto brutal que la inteligencia artificial generativa está teniendo en el mundo, aunque a ti todavía no te haya llegado la onda expansiva”
En este escenario y con estas perspectivas, no sorprende que un número cada vez mayor de personas tengan en el futuro un horizonte de particular incertidumbre, por el miedo bien a perder su empleo bien a no encontrar uno adecuado a sus expectativas. Una situación de cierto mido por la creciente incertidumbre ocupacional asociado al desarrollo de la IA de la que tampoco escaparía el personal directivo. Empiezan a producirse nombramientos de personal de dirección ejecutiva (CEO) consistente en una inteligencia artificial, a partir de la cual aumentó el valor de empresa un 10% (ej. grupo chino NetDragon Websoft)
Ciertamente, la ciencia y la historia aseveran que este efecto destructivo en cierto, o en un buen, número de ocupaciones de la innovación tecnológica siempre se produce, se asocia a toda “revolución tecnológica”, mayor a más amplia sea su intensidad. Ahora bien, del mismo modo, constata que tiene un “efecto creativo” de un número mayor de empleos, siendo su balance, hasta el momento, positivo, en términos de creación neta de empleo. La prueba estadística de la situación actual es también contundente.
Los datos del Foro Económico Mundial, de la Federación Internacional de Robótica y del “Our World in Data” no deja lugar a duda alguna: los países con mayor índice de robotización son, al tiempo, los de menor tasa de desempleo.
Cosa distinta es otro efecto también relevante, y que tiene que ver con la desigualdad que puede generar este tipo de innovaciones tecnológicas, como es la honda polarización de las ocupaciones o de los empleos creados. La automatización en general, y el desarrollo de la IA en particular, tiende a desplazar a la “clase media ocupacional”, pues se mantienen, e incluso crecen, los empleos poco cualificados (ej. trabajo en las plataformas digitales –“precariado digital”10-) y al tiempo empleos muy cualificados, con buenos salarios. De ahí el efecto de incremento de la desigualdad socioeconómica.
¿La inteligencia artificial está produciendo un nuevo tipo de estrés-ansiedad laboral u ocupacional?: ¿Qué es la “AI-anxiety” o “ansiedad por la inteligencia artificial”? Como es conocido, en su día la irrupción de la tecnología digital exigió concretar de forma más específica los efectos de estrés y ansiedad derivados de este nuevo factor de riesgo psicosocial, dando lugar al concepto del “tecnoestrés” (ej. NTP 730, INSST) o estrés derivado del efecto de miedo e incertidumbre en el uso de las llamadas, entonces, nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC). Asimismo, la legislación más reciente ha tipificado el riesgo emergente de “fatiga informática”, para los entornos de trabajo digitalizados, presenciales o a distancia (art. 88 LOPDGDD, art. 18 Ley de trabajo a distancia).
Pues bien, en este mismo contexto de impacto de la revolución tecnológica en los conceptos e instrumentos de prevención de riesgos laborales en general, y en el ámbito de los psicosociales en particular, va adquiriendo cada vez mayor evidencia en el plano científico un tipo específico de tecno-ansiedad asociada al desarrollo de la IA. Este tipo tendría entre sus componentes principales causantes el miedo que genera la posibilidad, que se percibe por la persona como cada vez más cierta y cercana, de perder el empleo en virtud de la sustitución por robots y/o inteligencia artificial. La investigación pionera se está produciendo allí donde más intensa es la automatización, como en Asia (China y Corea del Sur) y en EEUU. Lo novedoso de este ámbito de estudio hace que no exista una definición consensuada de la “AIA” (ansiedad de IA), si bien una definición conceptual y un significado preciso es un presupuesto necesario para desarrollar medidas fiables de gestión preventiva, obtener resultados rigurosos científicamente y útiles en el plano socioeconómico. Si la “ansiedad informática”, concepto genérico, se define como un estado de miedo irracional, aprensión o fobia debida al malestar personal que genera la interacción con equipos informáticos, “la ansiedad a causa de la inteligencia artificial” se identifica con ese mismo estado de miedo por la percepción que se tiene de sustitución del empleo propio por un sistema automatizado o robótico.
Utilizando como presupuestos conceptuales e instrumentales los muchos estudios de ansiedad previos realizados en el campo de la informática y de los robots, el síndrome de “IAI” puede definirse como una respuesta afectiva general de ansiedad o miedo que impide, o dificulta de forma notable, que una persona interactúe de forma adecuada, esto es, saludable y productiva, con una tecnología de IA. Por lo tanto, AIA se entiende como una “percepción o creencia general” sobre estos procesos de inadaptación a los cambios tecnológicos, con múltiples dimensiones. A fin de darle fiabilidad, se desarrolla métodos científicos, validados y confiables, para medir su impacto y, en consecuencia, poder aportar soluciones preventivas (ej. Wang, Y.-Y., y Wang, Y.-S., 2022, figura 1; Terzi, R., 2020).
Figura 1. Un modelo para medir la ansiedad derivada de la IA (“IAA”)
Fuente: Wang, Y.-Y., y Wang, Y.-S. (2022). Desarrollo y validación de una escala de ansiedad de inteligencia artificial: una aplicación inicial en la predicción del comportamiento de aprendizaje motivado. Entornos de aprendizaje interactivo, 30 (4), 619–634.
La capacitación tecnológica, útil preventivo imbatible. Al margen de la mayor o menor consistencia de esta nueva dimensión del estrés y la ansiedad en los entornos de trabajo digitalizados, como riesgo psicosocial distinto y autónomo respecto del tecnoestrés y/o ansiedad informática, lo cierto es que, como se ha venido señalando, la clave de esta cuestión sigue estando en su tratamiento mediante políticas preventivas adecuadas. Y, a tal fin, el protagonismo debe darse a las medidas de comunicación y aprendizaje seguro y saludable, también productivo, de la interacción entre las personas y los nuevos sistemas de automatización de los trabajos. Además de difundir de forma más precisa, no catastrófica, la dialéctica destrucción-creación de empleo por la IA, y de sus nuevas oportunidades de ocupación, hay que recordar que la recualificación por parte de las personas profesionales más “amenazadas” con sus efectos es también una buena vía de afrontamiento, con efectos de seguridad económica y también ocupacional.
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