[LARPSICO] Crece la incidencia de la desmotivación y el burnout en España, según un reciente Informe, pero las empresas no lo perciben

Andalucía, 16/02/2023
Un hombre de apariencia frustrada choca su cabeza contra el teclado de su portátil
  • 6 de cada 10 personas trabajadoras se sentiría desmotivadas, un 14 por cien más que el año anterior; prácticamente 1 de cada 2 mostraría síntomas típicos de burnout (síndrome de la persona quemada profesional), un 7 por ciento más. 
  • En contraste, las empresas permanecen significativamente al margen de estas situaciones: el 78% declara que su personal está motivado.

Reconocido por la OMS (CIE-11), desde enero del año pasado, el síndrome de la persona quemada en el trabajo (burnout) como un problema exclusivamente de salud ocupacional habría crecido, en España, durante el año pasado, en torno al 7 por ciento. Así se desprendería del nuevo Estudio presentado por la conocida consultora de selección de personal “Hays”. En él, el porcentaje de incidencia de este problema de salud psicosocial en los entornos de trabajo llega hasta el 45 por cien, por lo tanto, prácticamente uno de cada dos. Se trata de un problema de claro agotamiento emocional en un escenario de estrés cronificado. El exceso de dinámicas positivas en orden al incremento de la productividad continuada en las empresas también genera “cuerpos agotados en mentes sobreestimuladas”

Con más frecuencia aún, las personas trabajadoras en España sienten problemas de índole psicosocial vinculados a la desmotivación en el trabajo. En este caso, el referido estudio estima que el porcentaje se eleva al 61 por cien de las personas empleadas. En estos casos, el aumento sería mayor, situándose en torno al 14%. 

¿Por qué? Cuando se les pregunta cuál es la causa, o las causas de esa situación, la mayor parte responde que la poca retribución recibida por llevarlo a cabo, pese a las altas demandas y las largas horas que dicen tener que realizar para obtener una recompensa inadecuada o insuficiente. Los efectos de la alta inflación y los bajos salarios empezarían, pues, a hacer mella también en el estado de ánimo de las personas trabajadoras en nuestro país. Precisamente, hace pocas fechas hemos conocido que la media de subida convencional de salarios ha sido del 2,81 por ciento en enero de 2023 (1.774 convenios registrados con efectos económicos en 2023, solo 4 firmados este año), cuando la inflación general se sitúa en el 5,9 %, el 7,5% la subyacente. 

En este escenario, no sorprende que, cuando se pregunta por las soluciones, la respuesta sea muy evidente: 

  • el 65% de las personas consideran que un incremento salarial les devolvería el espíritu de trabajar
  • el 35% considera que también ayudaría aumentar el reconocimiento profesional
  • el 24% pone el acento en la mejora de la flexibilidad laboral para reducir el problema de la desmotivación profesional, así como, incluso, del síndrome del quemado laboral.

Ciertamente, también existen causas emocionales, en la medida en que hay un desajuste entre la utilidad personal y social que se espera para el trabajo realizado y la que realmente tiene, por su rutina, precariedad, etc. La progresión de carrera y la mejora de las capacitaciones son otros factores que inciden en la desmotivación de las personas en su trabajo, según estudios previos de la referida consultora. Aunque apenas 1 de cada 3 profesionales con problemas de desmotivación en su trabajo querría asumir mayores responsabilidades.

Los efectos negativos de esta situación preocupante no se producen solo en el estado de salud de las personas, sino también en la productividad de las empresas. En muchos casos, se generaría lo que se ha denominado “renuncia silenciosa”, en virtud de la cual las personas desmotivadas en su trabajo por los desequilibrios entre lo que se le exigiría en su trabajo y lo que cobran tenderían a reducir su implicación con la empresa, limitándose a una actividad mínima. Si bien se trata de una tendencia presente en diversos países, hasta el punto de que medios de comunicación de gran tirada mundial, como el New York Times o el Wall Street Journal, la definen como “nuevo síndrome laboral”, que afecta a las generaciones más jóvenes, en España estas actitudes pasivas, de mero presentismo laboral, frente al desempeño del empleo, tendría una mayor incidencia. En esta mayor incidencia no es irrelevante las propias características de nuestro mercado de trabajo (mayor rigidez) y las pautas culturales prevalentes en él (cultura de la estabilidad e inamovilidad), incluida la mayor aversión al riesgo de cambios en el trabajo: el número de personas que persisten en su trabajo era 2007 del 40% de la población activa, en 2022 alcanzó el 46%.

Pese a las disfunciones de esta situación, en la salud y en la productividad, la mayor parte de las empresas, en cambio, consideran que su personal está altamente motivado. Una vez más, las deficiencias de la gestión de los factores psicosociales en los entornos de trabajo se evidencian a través de los estudios crecientes de estas realidades.

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