[LARPSICO] La OMS y la OIT reclaman nuevas medidas para abordar eficazmente los problemas de salud mental en los entornos de trabajo

Andalucía, 27/10/2022
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  • La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reclaman un marco de intervenciones concretas para abordar más eficazmente los problemas de salud mental en la población trabajadora. 
  • Según las evidencias científicas, se pierden más de 12 mil millones de días de trabajo anualmente debido a la depresión y la ansiedad, lo que le cuesta a la economía mundial casi un billón de dólares.
  • Las nuevas directrices mundiales de la OMS sobre salud mental en el trabajo se ven reforzadas por el catálogo de prácticas incluido en documento conjunto 

La OMS lleva años evidenciando científicamente que la muy escasa atención de los sistemas nacionales a las cuestiones de salud mental en general, y en el trabajo en particular, tiene un enorme coste, no solo en términos humanos (pérdida de salud, mala calidad de vida de millones de personas y de sus familias), sino también económicos. En este sentido, el coste económico estimado de días de trabajo perdidos por problemas relativos a la salud mental (el nombre estigmatiza, a diferencia de denominaciones -no estrictamente coincidentes- más “amables”: la salud psicosocial, la “salud emocional”) se cifra en 1 billón de dólares al año.  Otros estudios, como el Informe de Deloitte Centre for Health Solutions “Workplace mental health and wellbeing”, confirman tales datos y añaden que los síntomas de mala salud mental se manifiestan en el 84% de las personas empleadas de diversas formas, física, psicológica o conductual, provocando bajas de mayor duración en la prestación de servicios. 

Sin embargo, la OIT y la OMS constatan una fractura entre la normatividad (el Convenio OIT 155, sobre seguridad y salud en el trabajo y la Recomendación 164 serían un marco suficiente de protección eficaz de la salud mental laboral) y su efectividad (el Atlas de salud mental2 2020 de la OMS hallo que solo el 35% de los países informaron tener programas nacionales para la prevención de la salud mental relacionada con el trabajo). Los intentos de mayor visibilidad en su Día Mundial no terminan de fructificar3

La tragedia pandémica no hizo sino agravar el problema. La covid19 aumentó un 25% la prevalencia de trastornos psicológicos y psiquiátricos, como la ansiedad, en el primer caso, y patologías, como la depresión, en el segundo, en todo el mundo. En 2020, los gobiernos gastaron un promedio de solo el 2% de los presupuestos de salud en salud mental, y los países de ingresos medianos bajos invirtieron menos de 1%.

España no es una excepción en esta desatención generalizada. Aunque, conviene evidenciarlo, el nuevo Plan de Acción sobre la Salud Mental 2022-2024 pone cierto énfasis en la incidencia de las condiciones socioeconómicas de los problemas de salud mental, como la sobrecarga de trabajo y los entornos de alta tensión que generan, la precariedad laboral, etc.

Pues bien, dos nuevas publicaciones de la OMS y de la OIT reafirman estos datos y proponen mejorar las políticas y prácticas de protección y promoción de la salud mental en los entornos de trabajo:

Las Directrices globales de la OMS sobre salud mental [realmente entendida no en términos psiquiátricos -enfermedad psiquiátrica en sentido estricto- sino psicosocial) en los ambientes de trabajo recomiendan acciones para abordar los factores de riesgos psicosociales, como la sobrecarga de trabajo, comportamientos negativos y otros factores que crean sufrimiento en el trabajo. Estas nuevas pautas estratégicas y prácticas pretenden contribuir a la prevención de situaciones y culturas laborales nocivas para la salud mental, potenciando, al tiempo, medidas de protección y apoyo de las personas empleadas que padecen trastornos de esta naturaleza. Una novedad destacada es que, por vez primera, la OMS enfatiza la importancia de la capacitación de las gerencias de las empresas para una política de prevención eficaz de entornos de trabajo estresantes, así como para la atención adecuada a las personas empleadas en situaciones de peligro psicosocial concreto. Esta capacitación implicará más inversión y liderazgo para la implementación de las estrategias.

Asimismo, estas recomendaciones prácticas también proponen una mayor atención a:

  • las medidas de adaptación del trabajo a concretas necesidades de las personas empleadas con problemas de salud mental, para favorecer el acceso al empleo y su continuidad en el mismo
  • las intervenciones que promuevan el retorno al trabajo para estas personas, a fin de mejorar su empleabilidad.

En consecuencia, se propone un enfoque ergonómico específico para esta tipología de personas empleadas, centrándose en el efecto perjudicial que el trabajo puede tener sobre la salud mental de las personas trabajadoras. Y ello, una vez más, no solo por razones de protección de la salud (nuevo derecho fundamental humano universal), sino también para mejorar la productividad:

“El bienestar de la persona individual es motivo suficiente para actuar, pero la mala salud mental también puede tener un impacto debilitante en el rendimiento y la productividad” (Director General de la OMS).

Por su parte, el informe conjunto OMS-OIT (Mental health at work: Policy brief), ofrece un “resumen de políticas” de salud mental que trata de traducir en forma de estrategias y prácticas concretas, para gobiernos, empresas y sindicatos, las citadas Directrices de la OMS. El objetivo es fomentar la prevención de los factores de riesgos para la salud mental, proteger a las personas trabajadoras con este tipo de problemas y promover la salud mental en el trabajo, mejorando su bienestar y la prosperidad de las empresas y las sociedades. En este sentido:
“Necesitamos invertir para construir una cultura de prevención en torno a la salud mental en el trabajo, remodelar el entorno laboral para detener el estigma y la exclusión social, y garantizar que los empleados con problemas de salud mental se sientan protegidos y apoyados” (Director General de la OIT).

En todas estas propuestas del informe conjunto (p. 18), las organizaciones de personas empleadoras y de trabajadoras son partes clave para la acción sobre la salud mental en todos los niveles, desde el nivel nacional hasta el lugar (entorno o ambiente) de trabajo. Asimismo, las organizaciones empleadoras y de las personas trabajadoras tienen un papel fundamental en el apoyo a la implementación de las normas relativas a la seguridad y salud en el trabajo (SST) en el ámbito de la salud mental. El reciente Podcast de la OIT sobre el futuro del trabajo (episodio 25) relativo a la “salud mental y el lugar de trabajo” ofrece pautas en ese mismo sentido, a fin de transformar los entornos de trabajo en mentalmente saludables.

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