[LARPSICO] Invertir en bienestar psicosocial, clave en la gestión de personas y mejora competitiva, según el estudio COBEE

Andalucía, 14/10/2022

6 de cada 10 personas empleadas (57%) prioriza la flexibilidad y el bienestar a la hora de elegir trabajo, según el nuevo índice de tendencias laborales de Microsoft (NITL). Sin embargo, el desgaste mental pasa factura a las plantillas: el 68% de las personas trabajadoras refiere no tener apoyo psicológico alguno, según COBEE.

   Aunque, tras la pandemia, nuevas crisis e incertidumbres económicas ponen en el primer plano las inquietudes económicas y de empleo de las personas, parece claro que, desde la tragedia de la covid19, empresas, instituciones y personas empleadas, se dirige más el foco hacia el cuidado de los estados de salud en sentido más amplio que la sola exigencia de evitar la enfermedad, apostando por el bienestar integral, psicosocial, dentro y fuera de los entornos de trabajo. No sorprende que, en los nuevos índices de tendencias laborales, como el de Microsoft, se constate como prácticamente 6 de cada 10 personas empleadas (57%) prioriza la flexibilidad y el bienestar a la hora de elegir (o mantener) el trabajo, prefiriendo el híbrido. Se trata de un estudio externo, promovido por Microsoft, en el que se ha encuestado a 31.000 personas en 31 países, junto con un análisis de billones de señales de productividad en Microsoft 365 y el de las tendencias laborales de LinkedIn, a fin de identificar las principales tendencias que el personal directivo debe tener en cuenta.

En este estudio se constata cómo, pese a que el trabajo flexible no tiene por qué significar «estar siempre conectado, lo cierto es que la persona usuaria media de las plataformas telemáticas aumentó el 252% su tiempo de reuniones semanales, con un incremento medio de la duración de la jornada laboral de 46 minutos. El trabajo fuera de horario y en fin de semana lo han hecho en un 28% y un 14%, respectivamente. Al tiempo, como otra tendencia laboral, el informe de Microsoft refleja que casi 1 de cada 2 personas se plantea cambiar a un trabajo híbrido. En consecuencia, personal de gestión de recursos humanos y personas empleadas demandan la construcción de relaciones sociales diferentes, más allá de la oficina.

Por eso, desde diferentes perspectivas, son cada vez más los estudios sobre los estados de salud, física y psicosocial, de las personas trabajadoras. Recientemente, hemos conocido el Estudio de “Estado de la Salud Laboral en las Empresas” realizado por COBEE (plataforma digital para la gestión de los planes de beneficios sociales de las empresas a favor de su personal), con la colaboración de ifeel, DKV y Sanitas. En este Estudio se da cuenta de estas nuevas tendencias laborales relacionadas con los cambios de estilos de gestión asociados a las mejoras de estados de salud de las personas, a fin de hacer frente a las nuevas formas de organización del trabajo, con mayor flexibilidad, teletrabajo y movilidad, tras el fin de las restricciones por la pandemia del covid19.
En un plano de valoración general, dos datos llaman la atención. A saber:

  • Si bien es cierto que este último informe constata una mejoría de la estimación del estado de salud de las personas trabajadoras respecto del anterior, el porcentaje de personas que perciben un empeoramiento de su estado de salud laboral es alto: 50% (en el informe anterior era del 70%, 20 puntos más).
  • La política de vigilancia del estado de la salud laboral de su personal se estimaría deficitaria para el 57% de las personas encuestadas, pues informan de que no habría adoptado la empresa ninguna iniciativa a tal fin el último año, frente al 43% que informan que en su empresa sí ha habido medidas al respecto.

Más allá de estos datos generales, el estudio contiene otros datos relevantes, mucho más específicos en torno al bienestar psicosocial y la salud emocional de las plantillas en las empresas. Aquí se sintetizan los que se consideran más relevantes, remitiendo para una mayor información al estudio, que está disponible gratuitamente en la red.

   En lo que concierne propiamente a las políticas de bienestar psicosocial tras la crisis pandémica, se estima que el desgaste mental (o emocional) derivado de la covid19 y las restricciones asociadas sigue pasando factura en el personal de las empresas. A tal factor se añadirían ahora otros ligados a la incertidumbre económica y a los cambios en las organizaciones que se auguran (nueva ola de reestructuraciones).

Es aquí donde este Estudio constata un conflicto importante entre las expectativas del personal y la realidad de la acción de sus empresas. A saber:

  • Casi 7 de cada 10 (68%) informan de la inexistencia en su empresa de algún tipo de apoyo ningún apoyo emocional
  • 2 de cada 10 solo hallarían cierto respaldo en su responsable directo (20%)
  • solo apenas 1 de cada 10 personas empleadas (12%) sí contaría con un servicio de asistencia psicológica online financiado por su empresa

Sin embargo, conforme a este Estudio y en relación con esta última observación, se ha apreciado una notable demanda de atención psicológica por parte de la población laboral. Si en informes precedentes pocas eran las personas que informaban del recurso a este servicio de asistencia de salud, por lo general a través de iniciativa privada, por los estigmas que envuelven las cuestiones de trastornos psíquicos (salud mental), según el último informe, prácticamente 1 de cada 3 personas trabajadoras (32%) admiten haber acudido a personas especialistas en psicología (y/o psiquiatría) en el último año.  Según diferentes estudios, en este recurso de la población a los servicios de atención psicológica pueden apreciarse importantes diferencias de estatus socioeconómico.

En efecto, según el barómetro del CIS sobre salud mental realizado el año pasado, las personas que se autoidentifican como clase social alta fueron las que acudieron en mayor medida a una persona profesional de la psicología y/o de la psiquiatría. Así, desde el inicio de la pandemia, un 8,3%, frente a un 5,9% de quienes se alineaban con las clases más modestas. Una cifra que contrasta con la del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud (SNS) 2020-2021, según el cual, el 29% de las personas en España padecerían algún trastorno de salud mental: 74,6% ansiedad, 60,7% insomnio y el 41,9% depresión. Precisamente, ante esta brecha entre las necesidades de atención psíquica y las disponibilidades reales de servicios a tal fin, la alternativa más utilizada es la medicación. No por casualidad, España es uno de los países del mundo en los que se consumen un mayor número de hipnosedantes, con un fuerte sesgo de género.

El Estudio de COBEE concluye, sin embargo, quizás con exceso de optimismo, que se está produciendo un “adiós al tabú de la atención psíquica” (p.10), normalizándose los problemas de salud mental a causa de la mayor toma de conciencia del impacto que tiene la frenética presión a la que se somete al mundo del trabajo. Precisamente en este mismo informe se constata que, en España, una excesiva carga de trabajo, junto con las dificultades para la conciliación de la vida laboral y familiar, serían las causas principales del estrés laboral recurrente que dicen padecer. Concretamente, los factores de prevalencia en este padecimiento de estrés laboral prolongado se estimarían con las siguientes magnitudes:

  • la sobrecarga laboral (58,7%)
  • la falta de conciliación laboral y personal (20,7%)
  • ambiente tóxico en la oficina (17,2%)
  • mala relación con el equipo directivo (2,6%)

   Consecuentemente, en el plano de las demandas de medidas prioritarias para hacer frente a estos problemas de déficit de salud psicosocial en los entornos de trabajo, las preferencias de las personas encuestadas en el referido Estudio o Informe se sitúan en la corrección de esos factores de riesgo de estrés prolongado. Así:

a) se pide un mayor control de la carga y ritmos de trabajo

Justamente, en paralelo al incremento de los tiempos de trabajo por la mayor conectividad derivada de la transformación digital, el referido informe de Microsoft sobre indicadores de nuevas tendencias laborales constada que las personas empleadas están tomando medidas para controlar mejor el tiempo de trabajo, a fin de evitar el agotamiento digital. El mayor autocontrol de sus agendas habría supuesto que las reuniones solapadas decrecieran un 44% desde el último año.

b) creciente demanda de facilidades para la mejora de la conciliación de la vida laboral y familiar, también personal, reduciendo el conflicto de salud psicosocial que genera

Como alternativa, las personas empleadas demandan cada vez más políticas de empresa que propicien la conciliación de la vida laboral y familiar, también personal. Entre las más demandadas estarían:

  • la jornada de 4 días (27%)
  • la flexibilidad horaria (26%)
  • más días de vacaciones (24%)
  • teletrabajo (23%).

c) La mayoría de las personas teletrabajadoras informan del efecto positivo de esta forma de organización del trabajo en la reducción del estrés laboral

Respecto del teletrabajo como opción para la mejora tanto de la flexibilidad en la organización del trabajo como para avanzar en bienestar psicosocial, son cada vez más las evidencias que muestran su utilidad como potente herramienta para retener y atraer talento. En este sentido, según el Estudio de COBEE:

  • el 51% señala que el hecho de trabajar en remoto les genera menos estrés
  • frente a un 19,5% que, por el contrario, sostiene que les genera más estrés.
  • un 29,5%, en cambio, no ve diferencia entre trabajar desde casa o en la oficina a los efectos de derivar en situaciones de estrés laboral.

Naturalmente, la percepción en un sentido u otro dependerá de las condiciones en que se desenvuelva el teletrabajo. De todas las personas que siguen practicando el trabajo a distancia (hoy por debajo del 14%, incluyendo el ocasional, que sigue siendo mayoritario), solo un 40% señala que su empresa les proporciona materiales y mobiliario para que puedan desempeñar sus funciones con el mayor confort posible evitando así posibles lesiones o problemas de salud. El 60% informa de lo contrario. En consecuencia, pese a que la norma legal es clara en tal sentido (obligación empresarial de suministrar esos elementos), queda todavía camino por recorrer, aunque se avanza.

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