[LARPSICO] ¿El empleo tecnológico no es lugar para “viejos” (más de 35 años)?: la ansiedad etaria de la profesión de programación

7 de cada 10 personas empleadas en programación tienen menos de 35 años, 4 de cada 10 están entre 24 y 35 años
Andalucía, 13/10/2022

   Dentro del denominado “empleo tecnológico”, la “programación” es una de las profesiones con mayor demanda en los mercados de trabajo, nacionales y global. A raíz del desarrollo de nuevas tecnologías y de las necesidades surgidas con la transformación digital, cada vez más empresas, no solo grandes, apuestan por la programación de IA (Inteligencia Artificial). Esta demanda de profesionales de programación también está vinculada al aumento exponencial de la ciberdelincuencia, exigiendo la especialización programación de seguridad, mayor desde la orientación de muchas empresas (también de las AAPP) hacia la implementación del teletrabajo. Se les demanda no solo garantizar el blindaje de los espacios web, sino la mejora mejores los protocolos de seguridad para evitar la filtración de información sensible (“brechas de datos”), pues tienen alto coste para las empresas, también en forma de sanciones.

Ahora bien, la gran importancia de este sector profesional también supone que sea una profesión sometida a significativos factores de presión laboral y de sobrecarga de responsabilidades. Asimismo, su enorme transcendencia económica y social no es acompañada, al menos en España, del debido reconocimiento retributivo.

   Entre algunos de los principales factores generadores de situaciones de ansiedad y estrés en la profesión, los estudios más solventes sitúan la edad: existiría una regla no escrita, pero muy efectiva, en el sector que es la exclusión de este mercado a partir de los 35 años. No parece, pues, una profesión para “viejos” de más de 35 años, dada la temprana edad de caducidad, hoy anterior incluso a las actividades de intenso rendimiento físico, como el deporte (que conoce situaciones de creciente “longevidad”). No parece haber término medio en esta ordenación etaria dicotómica: o eres “personal joven” (entre 24 y 30 años) o eres “personal viejo” (mayor de 35). Una investigación titulada “Percepciones de la edad en la tecnología contemporánea” (Andrea Rosales y Jakob Svensson, 2021) así lo evidenciaría, a través de entrevistas con profesionales del sector en diversas ciudades del mundo (Barcelona, Silicon Valley, Berlín, Houston, Tel Aviv y Bangalore), tanto de grandes empresas como de “startups”. Las razones de esta evidente discriminación de acceso por edad serían varias:

  • a esa edad se tiene la expectativa de un cambio de estatus o de promoción profesional, pasando a la condición de jefe
  • la intensidad del proceso de implicación exigido para ser competitivo en este sector sería tal que se entiende que a edades superiores se pierde el interés por la disrupción tecnológica o se estanca la capacidad de innovación
  • se valora que por encima de los 35 años las capacidades para aprender software nuevo disminuyen, por lo que se pierde competitividad y capacidad adaptativa

Estas investigaciones se ven corroboradas por otras encuestas precedentes, en el mismo sentido. Así, una encuesta de Stack Overflow (realizada en 2021) sobre una muestra de más de 80.000 personas profesionales de la programación) confirma que el mayor volumen de personas profesionales de la programación se encuentran en esa banda de edad de  menos de 35 años (71,51%). Los datos más relevantes son:

  • El 48% de las personas programadoras tienen entre 25 y 34 años
  • solo el 18,42% se sitúa entre 35 y 44
  • apenas un 10% de estos profesionales alcanza los 44 o más años de edad.
  • el 53,06% de los programadores escriben su primera línea de código entre los 11 y los 17 años.
  • Un 24,1% entre los 18 y los 24 y
  • Únicamente un 5,04% entre los 24 y los 34.

La nueva encuesta (2022) apunta hacia un leve “envejecimiento” (relativo):

  • 46% entre 25-34 años (2 puntos porcentuales menos que en la anterior)
  • 19,72 % tienen entre 35 y 44 (1,3% más que en la anterior)
  • 11% tienen más de 44 años (1 punto más que en la encuesta anterior)

Desde este perfil sociodemográfico, si atendemos al género, en esta encuesta, 9 de cada 10 son hombres. Estados Unidos tiene el porcentaje más alto de minorías de género (mujer, no binario, género queer o género no conforme). El sesgo de género es evidente. De este modo, a la barrera de acceso edad se suma la del género, lo que suscita déficits importantes de diversidad sociodemográfica de este colectivo profesional

   Las referidas encuestas atienden de forma específica a las cuestiones de salud mental, que en la de ese año se llama “neurodiversidad”,  a fin de eliminar el estigma que suele haber en torno a la palabra salud mental. En ella se refleja que casi un 25% de las personas encuestadas respondió a la pregunta sobre salud mental, más del doble del porcentaje que ofreció comentarios en la encuesta precedente (2020), lo que, sin duda, reflejaría el incremento de conciencia sobre la importancia de la salud mental, especialmente tras el impacto de la pandemia de covid19. El resultado es que:

  • 1 de cada 10 personas de la programación encuestadas indicaron que tienen un nivel de ansiedad elevado (10% en 2021, 10,31% en 2022)
  • Casi el 9% de las personas de desarrollo se software sufrirían trastornos en sus estados de ánimo o salud emocional (ej. trastorno bipolar, depresión). Se eleva a 9,71% en 2022
  • El 8,51% de personas trabajadoras en programación informan que padecerían un trastorno de concentración y/o de memoria (p.ej., TDAH), elevándose hasta el 10,57 en 2022 (2 puntos porcentuales más)

Se desarrollan, pues, “culturas de empresa de programación” basadas en el “mito del genio juvenil” (si no directamente adolescente). Si bien, como muestra el estudio reseñado, tras esta apuesta por la juventud de las personas programadoras estaría una vía o forma de ahorro de costes. Y ello porque: “Ser mayor significa que tienes que contratar trabajadores con mucha experiencia, y los salarios no van aparejados”.

Un tercer factor se añadiría a esta cultura de “Peter Pan” en la programación. La gran apuesta por la juventud obedecería a la mayor disponibilidad de tiempo de quienes son más jóvenes, a los que se les atribuye una imagen de apasionamiento vocacional laboral (máxima entrega durante el máximo tiempo), frente a la persona empleada mayor, que ya valora otras prioridades y debe asumir otras responsabilidades (ej. cargas familiares). Precisamente, esta diversidad de “culturas socio-laborales” por razones de edad parece que también generaría especiales conflictos etarios en estas empresas, igualmente motivados por los conflictos de rol que derivan de estos estereotipos:

“a medida que los programadores se vuelven gestores, puede ocurrir que tengas un jefe más joven que tú, y eso está muy mal visto, tanto para el jefe como para el empleado”.

   Precisamente, es aquí donde adquiere sentido la gestión del bienestar integral (psicosocial) en todos los entornos de trabajo, también en los tecnológicos, con enfoque de diversidad, tanto en relación con las capacidades y el género, por supuesto, pero también en relación con la edad (gestión del bienestar psicosocial con perspectiva de diversidad etaria). En esta dirección, el propio sector de estos profesionales estaría reaccionando, al menos diferentes profesionales, plagando las redes sociales, sobre todo “YouTube” de vídeos motivacionales que alienta a las personas programadoras de mayor edad a una gestión de inteligencia emocional y actitud positiva. Sin duda, que sean necesarias estas herramientas motivacionales son la mayor expresión del síntoma de que estamos ante un estado ansiedad común en la profesión, más frecuente de lo que a menudo se reconoce, incluso en las referidas encuestas. En alguno de ellos se expresa la siguiente idea:

“Pensamos en un programador que desde pequeño es autodidacta y va a montar el próximo Facebook. La realidad no es esa. Con 35 años es posible encontrar trabajo, otra cosa es que te compensen los sueldos”.

    Sin duda, en esta misma dirección debe entenderse la reciente publicación de:

OSALAN, “Edad y prevención de riesgos laborales”. Como ya se expuso en una información precedente, este enfoque de gestión etaria de la prevención tiene una importante dimensión psicosocial.

Así como la del Instituto Andaluz de Prevención de Riesgos Laborales (IAPRL): “Estudio de tendencias internacionales en gestión de entornos saludables y envejecimiento activo y su potencial transferencia a las políticas públicas de Andalucía

 

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