El azogue de Indias en las Reales Atarazanas de Sevilla

El azogue de Indias en las Reales Atarazanas de SevillaCódigo de referencia: ES.41003.AHPSE/1.1.2.1.2.1.9.1.1.1.9//Expedientes gubernativos, 26308
Título: Copia del expediente formado sobre el fuego ocurrido en la Real Casa y Atarazanas de Empaques de Azogues en la tarde del 7 de mayo de 1792, que se comunicó del que hubo en la Real Aduana
Fechas: 1601-1882
Nivel de descripción: unidad documental compuesta
Volumen y soporte: 110 unidades de instalación
Productor: Escribanía de Marina
Reglas o convenciones: ISAD (G), NEDA

Azogue es un término de procedencia árabe que significa mercurio. Se trata de un metal que se presenta en estado líquido, de alta densidad, y color plateado. Se obtiene mediante el calentamiento del cinabrio (sulfuro de mercurio) a muy altas temperaturas.

Conocidas desde la antigüedad (siglo I d. C.), las minas de cinabrio de Almadén (Ciudad Real) son las más importantes de la historia, no en vano de su subsuelo se ha extraído la tercera parte del azogue consumido por la humanidad, aunque éstas no comienzan a cobrar gran importancia hasta la época moderna, con la puesta en marcha de procedimientos metalúrgicos utilizando este mineral para la extracción de oro y, sobre todo, plata, en los yacimientos mineros americanos tras el descubrimiento del continente.

En los primeros tiempos de la colonización española, el procedimiento utilizado fue la fundición en hornos artesanales hasta la invención, en 1555, del beneficio de patio por el sevillano Bartolomé de Medina en la explotación minera de Pachuca, en el Virreinato de Nueva España. Se trataba de un método industrial que consistía en refinar la plata de baja ley y mezclarla con azogue. Esta amalgama en frío -no se fundía directamente el mineral- era luego lavada y fundida, obteniéndose plata más pura y recuperándose parte del azogue, que era reutilizado. Esto suponía un considerable ahorro en combustible, así como una mayor dependencia y demanda de este producto por las explotaciones de la América colonial.

Casi todo el azogue exportado desde España era destinado al Virreinato de Nueva España (1535-1821), puesto que el descubrimiento de yacimientos mineros en Huacavelica (Perú) en 1568, normalmente supuso el abastecimiento de las demandas del mineral en ese Virreinato. En 1559 fue remitida la primera remesa desde la Península a México y desde ese mismo año el comercio del azogue con Indias fue monopolio de la corona española.

Tras la época de arriendos de las minas de Almadén a la Dinastía alemana de los Fúcares, a partir de 1645 su dirección la dirección vuelve a la administración real a través del Consejo de Hacienda, que será, hasta la época de los Austrias, el departamento gubernativo encargado de su gestión, sobre todo de la financiación, así como del nombramiento de los superintendentes y demás oficiales a su cargo. Poco a poco, debido al aumento de la demanda en el suministro de azogue para la producción de plata en las minas americanas, el Consejo de Indias se fue involucrando en la gestión de los yacimientos peninsulares, participando en reuniones conjuntas con el Consejo de Hacienda. De esta manera, en 1708 fue creada la Junta de Azogues dentro de dicho organismo, que será sustituida en 1717 por la Superintendencia General de Azogues, con sede en Madrid, encargada de todo lo relacionado con el beneficio, administración y gobierno de las minas peninsulares de Almadén.

Desde los yacimientos mineros de origen hasta su destino americano, el preciado metal atravesaba anualmente más de 90.000 kilómetros, a través de los cuales cambiaba en varias ocasiones de envoltorio y de medio de transporte, realizando el siguiente trayecto: de Almadén (Ciudad Real) a las Reales Atarazanas de Sevilla, de allí a los puertos de Cádiz o Sanlúcar de Barrameda y de éstos a las Indias.

Tras la saca y fundición en las explotaciones manchegas, el azogue o mercurio se empacaba en un almacén situado en el denominado Cerco de Buitronesdonde se instalaron, desde 1646, los hornos americanos de aludeles. Las peculiaridades físicas de este mineral -fluidez, extrema densidad y volumen, escaso volumen, alta toxicidad, etc.- obligaba al uso de un embalaje pequeño, seguro, impermeable y resistente :los baldeses, es decir, piel curtida de animal -como cordero- de poca calidad utilizada para hacer una bolsa o guante y, a partir de 1784, las vasijas de hierro. Una vez empacado, era trasportado a las Reales Atarazanas de Sevilla, normalmente durante el mes de mayo, preferiblemente en carretas (PDF 2.53 MB) por resultar más económico; o en recuas, que era una alternativa ante las inclemencias meteorológicas.

El comisario de azogues era el encargado de ayudar a los carreteros durante el viaje, asegurando la buena conservación de la mercancía, aunque en ocasiones el metal se evaporaba o derramaba. Además, con menor frecuencia que en las minas de origen, durante el trayecto también se producían pequeños hurtos, por ejemplo, a menudo el azogue era sustituido por plomo. Los carreteros cobraban fletes por azogues y el comisario alguna bonificación.

Al llegar las carretas con la mercancía de azogue empacado a Triana, se descargaba y se convenía allí su porte hasta las Reales Atarazanas, donde el comisario de azogues entregaba formalmente los baldeses al factor, que era el responsable de su recibo. Éste, nombrado con título de oficial mayor y bajo el control directo del Alcaide del Alcázar (lo era también de las reales Atarazanas), además se encargaba de la custodia del azogue, estando presente durante todo su manejo en la ciudad hispalense.

Por Real Cédula de 5 de junio de 1503 de los Reyes Católicos, en el antiguo arsenal de la Casa de la Contratación (PDF 3.08 MB) sito entonces en las Atarazanas sevillanas, creadas por Alfonso X en el siglo XIII, se tomó, la última nave de las diecisiete existentes entonces, contigua al postigo del carbón, para el “recibo, empaque y aviamiento de azogues…, teniendo puerta al río para que por ella se reciban cuando viene de la mina y se carreteen al tiempo de embarcar”. La Casa pasó a instalarse en el Alcázar. En 1559 se obtuvo también la nave dieciséis, que compartió espacio con un almacén de lanas.

En estas naves de la Real Casa Atarazanas de Azogues de Indias (PDF 2.41 MB) como rezaba en una lápida de una de sus puertas en el siglo XVIII, y colindando con la Real Aduana (PDF 8.3 MB) (1587), que ocupaba las naves trece, catorce y quince de las Reales Atarazanas de Sevilla, se almacenó de manera continuada y exclusiva el preciado metal que se anualmente era exportado a América para la producción de plata.

El establecimiento, de forma rectangular, tenía una superficie de unos 680 metros cuadrados y contaba con dos modestas fachadas, una orientada hacía en río Guadalquivir y la otra hacia la Plazuela del carbón. Dicha puerta era conocida como Puerta de hierro y tenía acceso a un zaguán por donde se distribuían oficinas y viviendas para seguidamente pasar a la zona de almacén, donde se depositaban los baldeses unos sobre otros hasta su salida, con el consiguiente deterioro y riesgo de hurto (PDF 6.88 MB) que suponía.

En la nave diecisiete, denominada “Nave de la Casa de la Contratación o Nave del Factor” se depositaban y empacaban baldeses de azogue recibidos de Almadén. El factor tenía su vivienda en el interior del propio almacén. En la nave dieciséis se encajonaban los barriles que contenían las macetas y se colocaban en tarimones sobre mampostería. Una parte de esta última nave, concretamente la zona más cercana al Arenal y la que daba a la Plazuela del carbón, en el siglo XVIII pertenecían a la Real Aduana.

El producto almacenado se empacaba (PDF 9.2 MB) en porciones de dos arrobas en baldés de cuero atado con una cuerda de cáñamo. A su vez este envase era reforzado con un segundo o incluso tercer baldés. Las bolsas eran introducidas en un pequeño barril o maceta y éstos, de tres en tres, se colocaban en un cajón de madera. Tras clavar la tapa de los cajones, se rodeaban con cuerdas de cáñamo y esparto y se marcaba la cubierta con las armas reales.

A partir de 1735, a raíz de las quejas acerca del mal empacado y demoras en el despacho en Sevilla, se ordenó que todas las labores de empacado, incluyendo la puesta en macetas o barriles y encajonamiento se realizará en los mismos yacimientos mineros de Almadén, dejando el almacén en la ciudad hispalense como lugar de verificación por parte de los comisarios.

Finalmente, tras el empacado, en su caso, y la verificación y pesado en Sevilla, hasta 1735 el grueso del azogue era cargado en gabarras o barcos luengos y trasladado a través del río Guadalquivir hasta los puertos de Sanlúcar de Barrameda o Cádiz (PDF 2.53 MB) para embarcarse en la Flota de Indias antes de su salida en galeones, ya cargados los abastecimientos, pertrechos y cualquier otra mercancía. Rumbo al puerto de Veracruz (México), normalmente se embarcaban en las naos Almirante y Capitana por el día de San Juan, el 24 de junio. De dicha ciudad mexicana a la vuelta, anualmente, se traía la plata americana.

En el Archivo Histórico Provincial de Sevilla se conserva documentación del siglo XVIII referida a la Superintendencia General de Azogues y a la gestión de este mineral en las naves de las Reales Atarazanas de la ciudad en el Fondo documental de Escribanía de Marina.

Más información

Bibliografía

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  • FRANCIS LANG, Mervyn. Azoguería y amalgamación. Una apreciación de sus esencias químico-metalúrgicas, sus mejoras y su valor tecnológico den el marco científico de la época colonial. Llul, volumen 22, Universidad de Salford, 1999, pp. 655-673
  • GONZÁLEZ TASCÓN, Ignacio; ROMERO MUÑOZ, Dolores; SÁEZ SANZ, Amaya. Los caminos del mercurio de Almadén a Nueva España. En: Actas del II Congreso de Caminería Hispánica. Tomo III. Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo, pp. 683-692
  • HEREDIA HERRERA, Antonia. La renta del azogue en Nueva España (1709-1751). Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1978
  • PÉREZ-MALLAÍNA, Pablo E. La Maestranza de artillería y las atarazanas del azogue en los siglos XVIII y XIX. Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras: Minarvae Baeticae, n.º 40, 2012, pp. 507-542
  • SILVESTRE MARÍN, María; ALMANSA RODRÍGUEZ, Emiliano. Almadén en la España del siglo XVII. Crisis de producción de azogue y soluciones propuestas. Vínculos de Historia, n.º 8, 2019, pp. 337-353
  • La logística del azogue. El Mercantil. Barcelona. Visto en: http://elmercantil.com/2019/02/09/la-logistica-del-azogue/ [consultado el visitado 02/07/2019]. 
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