Filipinas: un puente entre Oriente y Occidente. Documentos de Filipinas en el AHPSE

Filipinas: un puente entre Oriente y Occidente. Documentos de Filipinas en el AHPSEHablemos de Filipinas, un archipiélago formado por 7100 islas de las que 11 cubren casi la totalidad del territorio, todas con un relieve accidentado y costas muy recortadas y la sampaguita como flor nacional. La situación geográfica del archipiélago filipino convirtió este territorio en un espacio de frontera y de encuentro entre realidades muy diversas durante la Edad Moderna. Filipinas y su entorno representó el punto donde se encontraron la cultura occidental y la oriental, la tradición europea y las tradiciones china y japonesa.

Durante los años comprendidos entre el primer descubrimiento y el asentamiento definitivo en Filipinas (1521-1565), la Monarquía Hispánica y sus representantes tuvieron la esperanza de que el archipiélago fuera su equivalente a las Molucas portuguesas que tantos beneficios estaba proporcionando gracias al comercio de las especias. Sin embargo rápidamente se constató la falta de riquezas materiales en Filipinas, por lo que su consideración cayó estrepitosamente. Sin embargo con el tiempo se comprendió que su verdadero valor era geoestratégico pues servía como nexo de unión entre América y Asia.

Desde los primeros contactos, con la expedición de Magallanes en 1521, y el establecimiento de los españoles en Filipinas a partir de 1565, con la llegada de la expedición de Miguel López de Legazpi, hasta finales del XVI, se dio un proceso de formación y consolidación de las estructuras politico-administrativas y económicas que a medio y largo plazo permitieron sostener la presencia hispánica en las islas. El siglo XVII por su parte supuso una dura prueba para la colonia, ya que a un número significativo de desgracias naturales, como terremotos e incendios, se sumaron peligros externos, con los holandeses y los musulmanes amenazando de forma continua a las Filipinas, y peligros internos, con alzamientos de indígenas y chinos. El siglo XVIII representó la llegada de los Borbones al trono español y sus políticas reformistas influyeron también en Filipinas, que vivió un auge económico gracias a la revalorización de los recursos naturales que ofrecía. Y el XIX filipino modernizó y reformó los negocios propios del gobierno y administración de las islas pero derivó en en un continuo levantamiento indígena con movimientos nacionalistas que finalizaron con la pérdida de las islas.

Cualquier historiador que quiera reconstruir los aspectos más sustanciales de la historia de Filipinas, dentro del amplio periodo colonial, deberá acudir a las fuentes documentales conservadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional, el Museo Naval, o consultar las importantes colecciones del Archivo Nacional de Filipinas y el Archivo General de México. Y por supuesto a los documentos depositados en los archivos generales de las órdenes religiosas de los agustinos, capuchinos, dominicos, franciscanos y demás que participaron en la colonización con su labor evangelizadora de la población isleña. Pero hay aspectos secundarios que forman parte de la historia de las mentalidades, de los comportamientos de los pueblos, y más datos complementarios para una investigación que se pueden rastrear en otros Archivos.

Es en la confluencia de estas ideas y contexto histórico donde queremos insertar la actividad del Documento del mes de marzo de 2021, al ser el 16 de marzo de 1521, llegada de Magallanes a Filipinas, la fecha del primer contacto de occidente con estas tierras. Una selección de documentos, de entre los variados fondos documentales históricos que se conservan en este Archivo Histórico Provincial de Sevilla, mostrará algunos testimonios útiles para analizar la influencia del Archipiélago Filipino en la sociedad sevillana de la Edad Moderna, a través del trasiego de mercancías que llegaron a la ciudad de Sevilla. Igualmente podremos comprobar cómo una materia prima procedente de estas tierras de Ultramar, el tabaco de Filipinas, se procesa, se comercializa y se distribuye por toda España y Europa, a través la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. Y por último, deseamos resaltar a través de los testimonios conservados el movimiento poblacional que supuso la presencia de civiles y militares durante el siglo XIX en aquellas Islas.

Mercancías que llegaban de Filipinas

El Galeón de Manila fue un mecanismo ideado para unir Filipinas con los centros de poder americanos, permitiendo así que llegaran a las islas instrucciones, noticias, personal, sueldos y artículos necesarios para la permanencia y el buen gobierno de los españoles en el archipiélago filipino. Sin embargo, las autoridades coloniales pronto se dieron cuenta de que aquellos barcos que atravesaban el Pacífico de forma periódica podían transformarse también en una ruta comercial que permitiera el intercambio de productos asiáticos de gran valor, muy demandados en los mercados internacionales, y llevados hasta Manila por los juncos chinos, por plata americana, muy valorada por la economía china, basada en este metal. Se inauguró así un sistema comercial de más de dos siglos de duración que transformó a Filipinas en una economía de intermediación entre Asia, América y Europa,

El primer Galeón de Manila del que se tienen noticias salió en junio de 1573 con lo que será su cargamento habitual: 700 piezas de seda, unas 11.000 piezas de telas de seda y algodón y unas 22.000 piezas de porcelana. A partir de 1573 el Galeón va organizándose estableciendo una navegación anual, un duro viaje sin escalas que atravesaba el Pacífico, con salida en el mes de julio y llegada a Acapulco en el mes de diciembre. Así se consolida un eje que parte de China, de donde proviene la mayor parte de los cargamentos, llega a Manila y luego viaja a Acapulco, desde donde las mercancías circulan por el llamado camino de Asia hasta la ciudad de México, que a su vez remite una parte de ellas hasta Veracruz, por el camino antiguo de los Virreyes, y desde aquel puerto a Sevilla en los siglos XVI y XVII, y a Cádiz, en el XVIII.

Filipinas: un puente entre Oriente y Occidente. Documentos de Filipinas en el AHPSEEn 1785, auspiciada como hemos visto por las reformas borbónicas, se creó la Real Compañía de Filipinas con el doble propósito de potenciar el comercio directo entre Cádiz y Manila por el cabo de Buena Esperanza y de fomentar la agricultura y la industria filipina. Para conseguir tales fines, se concedió a la nueva compañía el monopolio del tráfico comercial de Filipinas a través de la ruta del Índico.

La composición de la carga de la bodega de los buques que hicieron la ruta del Galeón o la de la compañía de Filipinas, con sus novedades a lo largo del tiempo, guardan semejanzas. Por un lado, figuran las sederías, principalmente chinas, algunas con denominaciones particulares según la procedencia geográfica. Por otro, vienen los tejidos de algodón procedentes de India, como el propio nombre permite identificar: elefantes, salampuris, organdíes, rayadillos de Bengala. En tercer lugar, se anotan las especias, representadas esencialmente por la canela de China y la pimienta de Malabar. En cuarto lugar, como una novedad que es propia del siglo XVIII, se registran los cargamentos de te de distintas variedades. Y, finalmente, la relación se cierra con una amplia serie de objetos que tienen diverso origen: China remite papel pintado, porcelanas, cuadros y abanicos, mientras Japón expide cobre refinado, pudiendo ser de ambas procedencias las bolas de marfil para el truco y para el billar, las cajas de madera forradas de madreperla y, sobre todo, los numerosos objetos de madera lacada o maqueada: baúles, costureros, tinteros, palanganas, tocadores y papeleras. De Filipinas será la carga de azúcar, de añil, de algodón en rama, de algalia (una especie de almizcle), de palo sibucao, de cadenas de oro y de sedas y otros tejidos ya producidos en el archipiélago.

La posesión de muebles lacados adornados con tan preciado barniz daba una nota de distinción, de donde derivó la expresión coloquial sevillana "ir bien maqueado", dicha con el sentido de ir bien arreglado o compuesto. A fines del XVI llegaron a España los artísticos abanos y los diminutivos abanillos o abanicos chinos, traídos de la lejana Manila. A comienzos del XVII las telas de la India empiezan a ser sustituidas por las chinas que dieron un toque de distinción al propietario.

Que a mi esposa traigo
Mil cosas de la China, que a venderse
llegan a Lima, como son damascos
Y rasos de matices diferentes,
Con mil varias figuras, colchas llenas
De animales extraños, flores, pájaros,
Y en barniz de azarcón, doradas jícaras
Y algunas porcelanas, de quien tiene
La plata envidia, si por plato viene.
              Lope de Vega, Servir a señor discreto (1618)

La lectura de la obra La India y el Lejano Oriente en la Sevilla del Siglo de Oro del académico Juan Gil, y La moda en la sociedad sevillana del siglo XVIII de Bárbara Rosillo Freire, nos permite localizar numerosos inventarios de bienes y cartas de dotes que reflejan como estas mercancías de Oriente se convierten en algo común en las casas de la sociedad sevillana a partir del siglo XVII:

El tabaco de Filipinas

El tabaco es una planta originaria de América y fue introducido en Europa durante los primeros años de la colonización americana, asignándosele en un principio cualidades terapéuticas. Las tres modalidades de consumo del tabaco de América, en humo, aspirado y mascado, se conocieron en Europa al mismo tiempo, aunque no todas tuvieron igual implantación en los distintos países. España y Francia fueron los países en los que el consumo de tabaco fue mayor durante toda la Edad Moderna, siendo el tabaco aspirado la modalidad que más se consumió.

Filipinas: un puente entre Oriente y Occidente. Documentos de Filipinas en el AHPSEFue en los albores del XVII cuando se establecieron en España las medidas tendentes al control del negocio tabaquero. Las primeras noticias sobre el establecimiento de una fábrica de tabacos en la ciudad de Sevilla datan de 1620. En 1636 la corona española estancaba la renta del tabaco en los reinos de Castilla y León, y en 1684 convertía la Fábrica de Sevilla en la cabecera de la misma, concediéndole la exclusividad en la producción de tabacos. De hecho, la Fábrica de Sevilla, hasta el siglo XIX fue el núcleo de la producción tabaquera.

Esta materia prima tan específica y concreta empezó a llegar desde las Islas Filipinas y a distribuirse por España y Europa a través de la ciudad de Sevilla y su Real Fábrica de Tabacos. La introducción del tabaco filipino en la Península Ibérica no se producirá hasta el segundo tercio del siglo XIX, concretamente a partir del año 1835, entrando poco a poco en clara competencia con todas las demás clases de tabacos empleados en las diversas labores que se fabricaban en la fábrica sevillana.

El Archivo Histórico Provincial de Sevilla conserva entre sus fondos el de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, lo que nos permite destacar aquellos documentos que testimonian la entrada del tabaco filipino y su uso, primero en fase de análisis, y después, durante estos primeros años, en fase de fabricación y distribución.

El artículo publicado por Inmaculada Ríos Collantes de Terán y José Ignacio Soria Heredero, en las Actas de las VII Jornadas Nacionales de Historia Militar (ver bibliografía) nos ha servido para localizar el Expediente de tabaco filipino, cuyo contenido, reales órdenes sobre los tipos de tabaco a elaborar, actas, informes, órdenes, etc, resume de forma general estos primeros años:

Españoles en Filipinas

No ha sido posible proceder a una búsqueda exhaustiva de documentos dentro del fondo documental de Protocolos Notariales, al carecer de instrumentos de descripción detallados que nos permitan recuperar rápidamente testimonios de actos de la vida de las personas que viajaron a Filipinas, caso de testamentos, escrituras de dotes, poderes, etc, y la búsqueda directa en las propias fuentes originales alargaría en exceso este trabajo de difusión y se saldría de los objetivos del mismo. Hemos optado por hacer una selección entre la variadísima documentación de los fondos documentales de la Escribanía de Guerra y la Escribanía de Marina, de aquellos testimonios de la presencia en Filipinas de españoles.

La mayor parte de los documentos localizados están insertos en juicios de testamentarías o abintestatos de militares fallecidos, que han estado en algún momento de su carrera militar en territorio filipino. En este tipo de expedientes se localiza mucha información personal y profesional: entre otras cosas, su naturaleza, religiosidad, estado de las cuentas con deudores y acreedores, declaración de herederos e inventario de sus bienes. Igualmente se insertan en numerosas ocasiones correspondencia personal y documentos de nombramientos y distinciones, que ilustran sobre numerosos elementos: procedimientos judiciales, hechos cotidianos en una villa, enfermedades, organización administrativa y sociopolítica de la villa, comarca o región que se describe... Mostramos algunos ejemplos:

Bibliografía consultada

  • ELIZALDE, María Dolores. El viraje de Filipinas hacia Asia en el filo de los siglos XVIII y XIX. Vegueta 20, 2020, pp.163-187
  • FRAGO GARCÍA, Juan Antonio. Japonesismos entre Acapulco y Sevilla: sobre biombo, catana y maque. Boletín de Filología de la Universidad de Chile XXXVI,1997, pp 101-118
  • GARCÍA-ABÁSOLO GONZÁLEZ, Antonio. La vida cotidiana de los vecinos de Manila a través de sus testamentos e inventarios de bienes. Estudis. Revista de Historia Moderna 45, 2019, pp. 69-92
  • GIL, Juan. La India y el Lejano Oriente en la Sevilla del Siglo de Oro. Sevilla: Biblioteca de Temas Sevillanos, ICAS, 2011
  • MARTÍNEZ SHAW, Carlos. El Galeón de Manila y la economía filipina. Boletín Económico del ICE, nº 3074 (abril 2016)
  • MORENO DEL COLLADO, Francisco. El Galeón de Manila y los flujos de la plata. Revista Ejército, nº 928 (julio/agosto 2018)
  • ROSILLO FAIRÉN, Bárbara. La moda en la sociedad sevillana del siglo XVIII. Sevilla: Diputación de Sevilla, 2018
  • VVAA. El Lejano Oriente Español: Filipinas (s. XIX). Actas de las VII Jornadas Nacionales de Historia Militar. Sevilla, 5-9 de mayo de 1997. Sevilla: Cátedra General Castaño, 1997

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