Información general
La información sobre esta intervención está extraída de los informes de ejecución
Datos históricos
El Cristo atado a la Columna de Andújar se veneraba en la iglesia de Santiago de esta localidad hasta que fue cerrada al culto en 1843. Gozó de gran devoción popular y ocasionalmente se procesionó, aunque no fue concebido para ello, por lo que no está totalmente acabado por su parte trasera. La imagen cayó en el olvido y en el siglo XX se trasladó a la iglesia de Santa María la Mayor, junto a otras obras. Fue colocada en la sacristía, desde donde pasó a la capilla conocida como del Greco, en la que se halla actualmente.
Su autoría se ha relacionado con diversos artistas: Diego de Siloe, Jacobo Florentino y, sobre todo, Jerónimo Quijano. Formalmente el Cristo aún posee rasgos bajomedievales: canon alargado, rostro de gran patetismo, columna de fuste alto y sudario ajustado al cuerpo, ricamente decorado con motivos circulares y vegetales, entre los que se incluye una variedad de flores de lis iguales a las representadas en el escudo de Florencia. Las potencias que porta no son las originales.
En un examen radiológico se observó que la obra -que incluye Cristo, columna y peana- está compuesta prácticamente por una pieza, con solo pequeños añadidos para las cuerdas, hombro derecho y mano izquierda.
Estado previo
En el antebrazo derecho y en la mano izquierda se observaban injertos en madera de pino, introducidos en intervenciones muy antiguas y unidos a la obra por clavos que se encontraban oxidados. La base de la escultura presentaba muy mal estado de conservación: los elementos metálicos -pletinas, clavos, etc.- estaban también oxidados y la pérdida de un fragmento comprometía su estabilidad. La zona posterior de la cabeza estaba llena de agujeros de colocar las potencias actuales y otras anteriores, quizá las originales.
Se advertía un pequeño ataque, no reciente, de insectos xilófagos en un lateral del paño de pureza además de diversas fisuras y grietas, una de las cuales recorría toda la figura por su parte anterior.
Las pérdidas de preparación y policromía se repartían por toda la superficie con numerosas zonas en peligro de desprendimiento, especialmente en los bordes de las grietas. La imagen aparecía con muchos repintes que ocultaban el color original y con un aspecto muy oscuro debido, por una parte, a la acumulación de suciedad (polvo, humo de velas, gotas de cera y excrementos) y, por otra, a la oxidación del barniz.
Descripción de la intervención
Tras la fijación de urgencia en las zonas en peligro de desprendimiento y la aplicación de un tratamiento preventivo de desinsectación, se intervino en la estructura de la obra: se encolaron y rellenaron las grietas, se desmontaron algunas piezas para su tratamiento, se resanaron -respetándolos- los injertos antiguos, se trataron los elementos metálicos oxidados y se reintegró con madera de samba el fragmento de la base que faltaba.
La policromía fue necesario fijarla en su totalidad, ya que se encontraba muy seca y desnutrida y amenazaba con desprenderse. Después de efectuar las correspondientes pruebas, se realizó la limpieza con diversos disolventes, según las zonas. Excepto donde la policromía original se había perdido o estaba muy deteriorada - pelo, cejas-, se eliminaron los repintes, operación que permitió la recuperación de matices de color antes ocultos en la encarnación, y una imitación de mármol con vetas verdes y ocres en la columna.
Se estucaron las pérdidas, que suponían un 25% de la superficie escultórica, se barnizó toda la obra y se reintegró el color con un punteado de acuarela, retocando con pigmentos al barniz. En la parte posterior de la imagen se utilizó una tinta plana, con un rayado en los bordes dorados y paño de pureza. Finalmente se aplicaron dos capas de protección, una de barniz brillante y otra de barniz satinado.
Para la instalación de la talla se diseñó y fabricó una peana nueva de madera de haya con base hexagonal, que la protege de la humedad del suelo y, a la par, la eleva de forma que recupera una visión más próxima a la que se tuvo en cuenta en su concepción artística. El anclaje del Cristo a la peana se realizó con dos varillas de acero inoxidable enroscadas en las pletinas originales, una vez tratadas.
Ficha técnica y planimetría
