Retablo de San Pedro de la capilla de los Ayllones. Iglesia de San Pedro

Información general

Tipología
Retablo
Provincia
Cádiz
Municipio
Arcos de la Frontera
Autoría

Roque Balduque (atribuido)
Pedro de Heredia (grupo escultórico del Resucitado)

Cronología
1554; Resucitado: 1575; San Pedro: segunda mitad del siglo XVII
Dimensiones
7,10 x 2,50 m
Material
Roble (arquitectura)
Abedul (apoyos de la estructura)
Castaño (hornacina del Resucitado)
Álamo blanco (grupo del Resucitado)
Pino silvestre (esculturas de la Santa Cena)
Nogal (elementos de la mesa de la Santa Cena)
Observaciones

La información sobre esta intervención está extraída de los informes de ejecución

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Datos históricos

La capilla de los Ayllones fue fundada en 1502 por Juan de Ayllón en recuerdo de su padre, fallecido en la batalla del Guadalete (1483). Las obras de construcción se prolongaron hasta 1623. El retablo situado en el lado derecho de la capilla, dedicado a San Pedro, es una obra anónima que ha sido atribuida por algunos autores al escultor Roque Balduque. Se ignora si puede tener relación con este retablo un contrato por el que el entallador Nicolás de León se comprometía a hacer “ciertas imágenes” para la iglesia de San Pedro. Datos más seguros son la realización del Resucitado que corona el retablo por Pedro de Heredia en 1575, la construcción de la silla que sirve de cátedra a la imagen de San Pedro en 1681 y la compra de un báculo de plata para esta misma imagen en 1728. Durante la restauración se localizó la fecha de 1554 en una cartela situada en el propio retablo.

El retablo, que consta de un banco y tres cuerpos, fue seguramente construido para un lugar distinto al que ahora tiene y trasladado allí a fines del siglo XVII. En esta época se data la imagen de vestir de San Pedro sentado sobre la cátedra, que preside el retablo, ubicada en el interior de una hornacina practicada en el muro. La hornacina, que interrumpe el banco y el primer cuerpo del retablo, pudo ejecutarse en el momento del traslado, época en la que también se fechan las pinturas al temple de temas vegetales que la adornan.

Es posible que la mesa de altar se perdiera al tener que acomodarse el retablo a un espacio muy reducido, como es el lateral de la capilla. Sin el altar, el retablo se colocó en alto sobre una tapa de madera apoyada en un basamento hueco de ladrillo.

En el banco figuran dos relieves, uno de San Jerónimo penitente y el otro de la estigmatización de San Francisco. Sobre ellos, a ambos lados de la imagen del titular, se encuentran cuatro hornacinas que en su momento debieron estar ocupadas por figuras alegóricas de las cuatro virtudes cardinales. De ellas se conservan las dos superiores, la Fortaleza y la Fe. Los cuerpos superiores están ocupados por dos altorrelieves, uno con la Santa Cena, en el segundo cuerpo, y otro con la Resurrección, en el ático, éste flanqueado por dos figuras de San Pedro y San Pablo. En la hornacina donde se ubica el relieve de la Resurrección se han observado puntos de anclaje que no se corresponden con él, lo que viene a demostrar que sustituyó a una obra escultórica anterior. El retablo se corona con un frontón triangular con el busto de Dios Padre.

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Estado previo

El muro frontal del presbiterio, debilitado con motivo de las obras de asentamiento del retablo al embutirse en él la parte posterior del camarín del Crucificado, se presentaba bastante disgregado y con abundantes grietas, que alcanzaban a la propia cubierta. Modernamente estos daños habían sido solo parcialmente subsanados con obras de albañilería en grietas y desperfectos.
La mayor parte de los puntales de sujeción del retablo al muro estaban en pésimo estado. Esto, unido a la degradación de las colas, había provocado movimientos y ligeros desplazamientos de piezas. La situación era muy grave en el caso de la estructura superior del techo del camarín, cuya inestabilidad afectaba a todo un conjunto de piezas dependientes en la parte superior. Además la mayoría de las tablas de los nichos y hornacinas se encontraban agrietadas debido al tipo de ensamble, con travesaños clavados, que no se adaptan al movimiento natural de la madera. Ante los graves problemas de estabilidad, en intervenciones anteriores el arco principal se había apuntalado y los elementos del segundo cuerpo con mayor riesgo de caída, incluidas las esculturas, se habían sujetado con gruesos alambres fijados a unos ganchos de acero introducidos en el muro.
Debido a los desprendimientos de morteros del paramento y a las sucesivas obras de reparación y remozamiento, se había acumulado gran cantidad de tierras y escombros en diversas zonas del retablo. Gruesas costras de suciedad se distribuían por toda la superficie, especialmente en el segundo cuerpo, así como salpicaduras y chorreones de cera en el banco, suelo de los espacios centrales de ambos cuerpos y cruz dorada. En los resquicios y huecos de numerosas piezas se apreciaban anidaciones de abejas alfareras y de arañas, y por muchos sitios, piezas decorativas y molduras se habían desprendido y perdido. Diversos daños habían sido causados por la instalación de una red eléctrica sujeta al retablo en la que se había originado un cortocircuito, según se advertía en algunos restos calcinados. A todas estas circunstancias se unía un generalizado ataque de xilófagos, principalmente Anobium punctatum y Lyctus brunneus.
Mención aparte merece el estado del camarín, que aparecía completamente revestido de pintura sintética blanca y purpurina.
 

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Descripción de la intervención

La intervención comenzó con la retirada de escombros y otros restos de la parte posterior del retablo. Seguidamente se procedió al desmontaje de todo el cuerpo superior y de las paredes del camarín, tras lo que quedaron al descubierto el muro, en muy mal estado, y un tramo de bóveda con grietas de considerable extensión y grosor. A estos desperfectos se dedicaron obras de remozamiento tanto interior como exterior, incluidos la colocación de dos dinteles como refuerzo del paramento mural y un nuevo montaje del tejado sobre una cercha de madera. Mientras duraban estos trabajos se ejecutaron los tratamientos de limpieza mecánica en las piezas desmontadas. La pintura blanca y la purpurina del camarín se eliminaron a punta de bisturí hasta dejarlo en madera vista, como el resto del retablo. La posterior limpieza química consistió en la aplicación a brocha de alcohol metílico para eliminar los restos de polvo y dilatar los poros internos de la madera con el fin de facilitar la penetración de los productos desinsectantes y consolidantes. Los elementos dorados y policromados, como la cruz y la puerta del sagrario, requirieron un tratamiento específico, así como las zonas con restos de cera.
Las piezas agrietadas fueron tratadas con injertos de madera de balsa; las de mayor grosor, con cedro y balsa, en algunos casos reforzadas con toledanas de haya. Las uniones abiertas de tablas y, en general, de piezas que formaban entre sí módulos o conjuntos independientes, se limpiaron, se encolaron, se ensamblaron con espigas y se reforzaron también con toledanas de haya, al tiempo que se eliminaba, en sucaso, el sistema de unión con barrotes clavados. Únicamente las piezas no decorativas de carácter estructural que se encontraban en pésimo estado de conservación hubieron de ser reemplazadas por otras de madera curada. Los clavos de hierro oxidados también se sustituyeron, en los casos de pérdida de función o degradación de la madera, por tornillos galvanizados o por espigas.
Durante el montaje del retablo se reforzó la zona superior del camarín con una estructura sustentante de hierro y se instalaron dos escaleras de gato. Los puntales antiguos, de rollizos de madera, fueron sustituidos por otros cortados a escuadra y sujetos al muro mediante piezas de acero.

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Ficha técnica y planimetría

Entidad/es promotora/s
Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura
Adjudicatario/s
Ressur
Periodo de ejecución
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Inversión
43.182,72 euros
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