El Capítulo General de la Orden de Santiago de 1440

El Capítulo General de la Orden de Santiago de 1440

Código de referencia: ES.410917.AGA/2.1.1.10.//Hoces,4918
Título: Libro del Capítulo General de la Orden de Santiago de 1440
Fechas: s.f.
Nivel descripción: Unidad Documental Simple
Volumen y soporte: 263 hojas [folio]
Nombre del productor: Familia Hoces

La Orden militar de Santiago

“…Dice un hombre que ha visto a Santiago
en tropel con doscientos guerreros;
iban todos cubiertos de luces
con guirnaldas de verdes luceros,
y el caballo que monta Santiago

era un astro de brillos intensos…”

Federico García Lorca. Santiago (Balada Ingenua)

Con estos versos recrea el poeta García Lorca la leyenda de la batalla de Clavijo, tras la que, según la tradición, se fundó la Orden de Santiago. La leyenda cuenta que en el año 844, tras la victoria de los cristianos de Ramiro I sobre los musulmanes de Abderramán II en la batalla de Clavijo, se habría fundado la Orden en honor del apóstol Santiago. Dicha fundación estaría motivada por la decisiva intervención del santo en la batalla, según narra la conseja, cuando peor estaban las cosas para las tropas cristianas apareció el apóstol Santiago montado en un caballo blanco y, espada en mano, consiguió la victoria para los castellanos.

Dejando aparte este origen mítico, lo cierto es que la Orden de Santiago es una orden religiosa-militar nacida en el último tercio del siglo XII en el reino de León que ha llegado a nuestros días convertida en una institución de carácter nobiliaria, honorífica y religiosa. En su doble caracterización religiosa-militar subyace asimismo un doble proceso fundacional: la Orden de Santiago tuvo una fundación militar y otra fundación religiosa. La primera fundación fue militar y estuvo protagonizada por un grupo de trece caballeros a los que el rey Fernando II de León y el obispo de Salamanca encomendaron la defensa de la ciudad de Cáceres, villa de frontera en aquellos momentos. Por ello, estos trece caballeros fueron conocidos y llamados como los Fratres o Caballeros de Cáceres, aunque pronto se vieron obligados a abandonar la ciudad de Cáceres al ser ésta conquistada por los musulmanes. Con la pérdida de la misión que los había reunido, los trece caballeros se fijaron una nueva meta; la defensa y socorro de los peregrinos que circulaban por el camino de Santiago. Al cambiar el sentido de sus fines, cambiaron su nombre y comenzaron a llamarse Freires de Santiago. En la fundación de la Orden de Santiago participaron los arzobispos de Toledo y Santiago de Compostela y los obispos de León, Astorga y Zamora, así como el legado papal, cardenal Jacinto. En el plano religioso la fundación de la Orden hay que atribuírsela al rey Alfonso VII de Castilla, quien consiguió la bula fundacional del papa Alejandro III, fechada en 5 de julio de 1175.

Desde sus inicios la Orden de Santiago tuvo una fuerte vocación belicista y se convirtió en una de las principales fuerzas cristianas en las luchas contra los musulmanes. El crecimiento territorial, político y económico de la Orden fue parejo al avance de los cristianos en las guerras de reconquista. Este engrandecimiento provocó que la Orden se convirtiera en una fuerza política de primer nivel en el reino de Castilla y que el control de la misma fuera el objetivo de los distintos grupos de poder. Cada facción tenía su candidato para el cargo de Maestre de la Orden, hasta el punto, de que la asunción al poder de un grupo podía suponer la sustitución del Maestre para poner en su lugar a un miembro de su cuerda. No debe extrañar por tanto que uno de los principales objetivos de Fernando de Antequera, regente del reino de Castilla y futuro monarca de Aragón, fuera colocar a su hijo Enrique de Trastámara al frente de la Orden de Santiago, consiguiendo para este el cargo de Maestre.

El Infante don Enrique de Aragón, Maestre de Santiago

Enrique de Trastámara, tercer hijo de Fernando I de Aragón y de Urraca de Alburquerque, nació en Medina del Campo el año de 1400. A pesar de tener un origen castellano y de que su vida política se desarrolló en Castilla, Enrique de Trastámara ha pasado a la posteridad con el sobrenombre de “el infante de Aragón”, cognomen que compartía con su hermano don Juan. Este apelativo lo deben a la entronización de su padre Fernando I al trono del reino aragonés tras el Compromiso de Caspe en 1412.

Desde muy pronto su Fernando de Antequera, como era conocido antes de subir al trono de Aragón, en esos momentos regente del reino de Castilla durante la minoría de edad del rey Juan II, maquinó para conseguir que a Enrique le designaran Maestre de la Orden de Santiago. Pese a la oposición de la reina madre, Catalina de Lancaster, el padre de Enrique consiguió que éste fuera elegido Maestre de la orden a la muerte de Lorenzo Suárez de Figueroa en 1409. Con tan sólo 9 años don Enrique estaba al frente de una de las principales fuerzas económico-militares de la Península, puesto que le serviría de trampolín en sus aspiraciones políticas en el convulso reinado de Juan II de Castilla.

La carrera política del infante don Enrique tuvo su momento culminante en 1520 cuando tras el denominado “Golpe de Tordesillas” consigue hacerse con la persona del rey Juan II al que mantendrá retenido. Con el monarca castellano en su poder, el bando de don Enrique, en el que estaban incluidos otros nobles castellanos, se hace con las riendas del reino. Este período será aprovechado por el Maestre de Santiago para reforzar su posición y consigue casarse con una hermana del monarca, la infanta Catalina.

El enfrentamiento entre el bando del infante don Enrique y el bando de su hermano, el otro infante de Aragón, don Juan, hace que emerja un bando promonárquico encabezado por don Álvaro de Luna. Este bando consigue liberar a Juan II de Castilla, libertad que provoca que don Enrique se vea obligado a exiliarse en Aragón donde ya reinaba su hermano Alfonso el Magnánimo. Frente a los infantes de Aragón y la gran nobleza terrateniente, Álvaro de Luna forjó una alianza con la pequeña nobleza, las ciudades, el bajo clero y los judíos (Abraham Benveniste), que se oponían a la oligarquía nobiliaria castellana y a los Infantes de Aragón, que defendían los tradicionales intereses políticos y económicos de su familia en Castilla.

Castilla vivirá un período de conflicto constante provocado por tornadizas coaliciones de nobles que, bajo el pretexto de liberar al rey de la perniciosa influencia de su favorito, realmente trataban de convertirle en una marioneta que sirviera a sus propios intereses. Se inicia un proceso en el que los distintos bandos se suceden en el poder y en el que la ascensión de un grupo supone la caída y exilio del anterior. El favor del rey se alternara entre el bando de don Álvaro de Luna y el bando de los Infantes de Aragón hasta que en 1445 se produzca el enfrentamiento definitivo del que saldrá victorioso el primero. La contienda definitiva tendrá lugar en Olmedo, en la conocida como Primera batalla de Olmedo (19 de mayo de 1145), en ella, además de ser derrotado, el infante don Enrique sufrirá una herida en la mano izquierda que terminara por costarle la vida. La herida sufrida se infectó hasta el punto de que el infante don Enrique, Maestre de Santiago, termina por expirar el 15 de junio de 1445 en Calatayud, ciudad aragonesa a la que había huido tras la derrota.

El Libro del Capítulo General de la Orden de Santiago de 1440.

Como Maestre de Santiago, el legado más destacado del mandato del Infante de Aragón fue el Capítulo General celebrado a comienzos de septiembre de 1440 en el convento santiaguista de Uclés, sede principal de la Orden. El Capítulo General era la reunión de todos los miembros de la Orden en la que se trataban temas de interés para el conjunto de sus integrantes. El Capítulo de 1440 tuvo gran trascendencia ya que en ella se establecieron las ordenanzas que en adelante regularon gran parte de la vida de la Orden. Estas normas fueron vistas por muchos freyles como una auténtica reforma de la Orden.

Como señala Pilar Ostos, la importancia del Capítulo General de 1440 provocó que el texto que recogía los Establecimientos en él acordados fuera objeto de numerosas copias. En el Archivo General de Andalucía en el Fondo Hoces, en el legajo 4918, se conserva una de las primeras copias de estos Establecimientos. Como señala esta autora, el hecho de que el libro recoja el texto de la reunió de 1440 y no incorpore los Establecimientos de 1480 permite colegir que su hechura se obraría anteriormente a esta segunda fecha.

El contenido del Libro se podría dividir en tres partes que recogen todo lo relacionado con la celebración del reformador Capítulo general de 1440: una primera, que reproduce todo lo sucedido desde que se acuerda su convocatoria en un Capítulo particular celebrado en junio de ese año en la Iglesia de Santiago de Toledo; la segunda, narra cómo se desarrolló el Capítulo general; y, la última y tercera, transcribe las leyes u ordenanzas aprobadas en él.

Para saber más

  • OSTOS, Pilar. La orden de Santiago y la escritura. El valor de la comunicación escrita en una orden militar. Los Establecimientos de 1440. León: Universidad de León, 2008
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